Los guerreros de la Fundación Jóvenes Contra el Cáncer elaboraron tarjetas por Navidad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Las festividades navideñas son una oportunidad para que fundaciones, organizaciones de ayuda social e instituciones reúnan fondos y financien sus proyectos. La recaudación se basa en la venta de productos en la temporada navideña.
Las tarjetas, los chocolates y los adornos son algunos de los productos que elaboran personas con discapacidad, con cáncer, voluntarios y demás colaboradores. También hay cajas con adornos, juegos didácticos de madera, libretas, cuadernos… Todos se promocionan como regalo solidario.
Lo recolectado es destinado para financiar, por ejemplo, la compra de medicamentos, alimentos o programas de apoyo educativo…
Los guerreros de la Fundación Jóvenes Contra el Cáncer elaboraron unas tarjetas navideñas. Lo hicieron con cartulinas, fómix, escarcha y otros materiales. Hay dos opciones: vacías o llenas. En estas últimas se observa el nombre de uno de los 12 guerreros que hicieron este trabajo y su diagnóstico.
Hasta el momento, las tarjetas se han comercializado en empresas al por mayor. Pero, también, se lo puede adquirir por docena a USD 20. Paola Vega, trabajadora social, dijo que las tarjetas se elaboraron en la fundación y en los hospitales donde reciben tratamiento.
Con alegría, Zoila Jiménez, quien tiene cáncer de tiroides, colocaba una frase de agradecimiento a Dios por haberle dado una oportunidad de luchar contra esta enfermedad. Aseguró que la venta de las tarjetas es una oportunidad para unirse con los amigos y colaborar para causas nobles y solidarias.
Para ella, esta actividad, también, es importante porque ha unido a su familia. Sus hijas le ayudan a elaborarlas en casa. “El cáncer ha cambiado mi vida pero para bien, para mostrar que se puede salir adelante”.
Las tarjetas no son el único producto que comercializan las fundaciones; están las cajas con chocolates, té, fundas de caramelos, panetones y demás.
En la Fundación para la Integración del Niño Especial (FINE), los villancicos y la música alegre marcan el ritmo con el que 54 personas trabajan en estos productos. Esa es su forma de hacer autogestión.
Los usuarios de la Fundación, que tienen entre 18 y 54 años, padecen multidiscapacidad. Por ejemplo, Luis Alfredo, de 35 años, quien trabaja en filigrana para elaborar tarjetas, tiene síndrome de Apert y un retardo mental leve. Elaborar una cartulina pequeña le puede tomar hasta una semana. Con dificultad, debido a la deformación en sus manos, toma el papel y empieza a doblarlo hasta formar una tarjeta. Es feliz al saber lo que hace. Cuenta que disfruta esa tarea y más todavía cuando la gente lo felicita. “Aquí necesitamos no caridad, sino justicia”.
Con esas palabras Yolanda Ortiz, directora de la Fundación, explica que allí se dignifica a las personas. El taller estrella es el de panadería.
Otra de las fundaciones es Muchachos Solidarios. En este espacio, las voluntarias se organizaron para pintar cajas navideñas, en las que se colocan chocolates o bombones, fundas de caramelos, artesanías y más. Los fondos serán recolectados para la alimentación diaria de 80 niños y jóvenes, que tienen entre 5 y 17 años.
Mónica Silva, coordinadora, explicó que venden estos ‘souvenirs’ para recolectar los fondos necesarios para la alimentación de los chicos. Además para que la comunidad se involucre en este voluntariado, que incluye la venta de los productos en familia y con amigos.
En el taller didáctico del Centro del Muchacho Trabajador hay juegos para niños que oscilan entre los USD 3,50 Y USD 24. Y si desea artesanías puede ir a la Fundación General Ecuatoriana, donde laboran jóvenes entre 15 y 25 años. En este espacio se elaboran cajas de regalo, tarjetas y más.