Hasta las faldas de los Illinizas llegaron los alumnos de último año del Colegio Séneca para compartir en época de Navidad. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO
Cuando vieron una manada de leones y jirafas, los niños se asombraron. Sonrieron con ternura. No despegaron sus ojos de la pantalla, que proyectaba la película ‘El Rey León’. Fue un instante mágico, por primera vez disfrutar de un filme en su comunidad.
En las faldas de los Illinizas, en San Carlos de Chanchunga, en Cotopaxi, viven más de una veintena de familias, dedicadas a la agricultura y al cuidado de animales. El fin de semana pasado recibieron a los chicos de tercero de bachillerato del Colegio Séneca, de Quito.
Ellos organizaron un programa navideño y entregaron donaciones a los pequeños, como parte de sus proyectos de responsabilidad social. Además, trabajaron en la tierra, cuidaron de animales y prepararon sus propios alimentos.
Los estudiantes compartieron con la comunidad y se emocionaron al conocer las actividades que se realizan en San Carlos, en Cotopaxi. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO
La proyección de la película fue una de las actividades que planificaron. Los chicos adecuaron la casa barrial. La transformaron en una sala de cine. “Trabajaron en equipo”, cuenta Darwin Jiménez, inspector general y coordinador del programa de Creatividad, Acción y Servicio (CAS), del Bachillerato Internacional.
Los chicos se dividieron las tareas. Unos colocaron fundas negras en las ventanas para que las imágenes se vean mejor. Otros, con la ayuda de docentes, hicieron conexiones eléctricas para el funcionamiento del proyector y del parlante. El último paso fue invitar a los niños al cine.
La película ‘El Rey León’ fue proyectada para los niños en Cotopaxi. Foto: EL COMERCIO
Dilan y Cristopher, de 6 y 4 años, fueron los primeros en llegar. Preguntaron ¿aquí es la película? Tras ser recibidos con sonrisas buscaron un lugar cercano a la pantalla.
Esto no es común en la zona, contó Susana, madre de los pequeños. Mientras unos niños miraban el filme, otros bailaban canciones típicas de las localidades andinas. Previo a la Navidad, la comunidad de San Carlos celebra sus festividades locales, una mezcla de tradición, religión y jolgorio. Desde pequeños participan en las diferentes actividades.
Los estudiantes del colegio Seneca compartieron con los niños durante la proyección de la película ‘El Rey León’. Foto: EL COMERCIO
En este año, un grupo de 14 chicos, vestidos con trajes coloridos y con los rostros pintados, danzaron en los exteriores de la casa barrial. Zapatearon y agitaron sus brazos con la música. En algunos casos, su sonrisa se mantuvo en la entrega de la funda de caramelos, otra actividad organizada por los estudiantes del Séneca. Pero en otros hubo desconfianza.
“Tomó la funda y me vio con una cara de por qué me regalas esto”, relató Roberto Ochoa, de 17 años. A este joven de tercero de bachillerato le sorprendió la actitud de un niño pero lo comprendió. “Durante tres días (del jueves 12 al sábado 14 de diciembre) he aprendido algo de su cultura”.
Los niños de la comunidad de San Carlos, en Cotoáxi, zapatearon al son de la música, en el festejo. Foto: EL COMERCIO
Con sombreros grandes y chompas gruesas para soportar el intenso frío del páramo, varios chicos del colegio particular tomaron herramientas para trabajar la tierra. Otros se prepararon para alimentar a conejos, cuyes, gallinas y patos. Y un equipo se encaminó a la cocina, todos tenían hambre.
Horas después, el aroma de la fritada inundó la cocina, sitio en el que
reposaban fundas de ropa, juguetes y caramelos. Los chicos recolectaron donaciones en su colegio con unas tres semanas de anticipación, con el objetivo de no llegar con las manos vacías.
Estudiantes del Colegio Seneca realizan labor social en la comunidad San Carlos, en Cotopaxi. Llegaron con donaciones que recolectaron. Foto: EL COMERCIO
Doménica Pintado, de 17 años, fue parte del equipo de cocineros. Para ella, el viaje significó un renacer, ya que estaba acostumbrada a las comodidades de su hogar. “Allá tengo todo, me tomó por sorpresa eso de matar un cerdo para cocinarlo. Lo hicimos por supervivencia”.
Esta travesía en el páramo además le hizo reflexionar sobre el acceso a los servicios básicos en el campo. En San Carlos, solo una casa tiene un cuarto de baño completo, por lo que, durante su estancia, los chicos del Séneca tuvieron que turnarse para ocuparlo.
Los estudiantes llevaron fundas de ropa, juguetes y caramelos. Foto: EL COMERCIO
“La idea, contó el inspector del colegio, fue sacarlos de su zona de confort. Los jóvenes no han vivido en el campo y menos han compartido experiencias con comunidades que no celebran la Navidad”.
¿Y la tecnología? Sí, fue un reto pasar sin señal de celular, “pero nos sentimos tranquilos”, dicen. Solo uno de 22 chicos, reconoció, que sí extrañó “estar conectado”. En Toacaso no hay ni acceso a Internet. Pero todos tenían sus móviles activados y, de vez en cuando, los miraban, aunque en sus pantallas se leía: fuera de servicio.
Estudiantes del tercero de bachillerato del Colegio Seneca realizan labor social en la comunidad San Carlos, en Cotopaxi. Foto: EL COMERCIO
Solidaridad en otros colegios de Quito
La convivencia entre estudiantes de colegios privados y públicos son parte de estas fechas. Un total de 720 chicos de las escuelas Costa Rica y Pestalozzi, así como del Colegio Kepler, vivieron una jornada emotiva y de alegría, el viernes pasado (13 de diciembre del 2019).
Recibieron juguetes y compartieron juegos tradicionales. Incluso los padres de familia también donaron canastas con varios productos de primera necesidad.
Los alumnos del Colegio Fiscal 24 de Mayo también se organizaron para apoyar en esta temporada, a través de dos instancias: Consejo Estudiantil y grupo de Bachillerato Internacional. Ellos se encargaron de convocar a sus compañeros para que traigan presentes y comida, para repartirlos en orfanatos. También con este fin recolectaron fondos a través de la venta de sánduches.