Un nuevo centro de convenciones será construido junto al parque Bicentenario. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
El ruido de una máquina retroexcavadora, una pala mecánica y tres grúas trastocó el ambiente apacible del parque Bicentenario, en el norte de Quito. La mañana de este lunes 13 de julio se iniciaron los trabajos de demolición de hangares, en el costado occidental del antiguo aeropuerto de la ciudad.
En ese espacio se realizarán nuevos trabajos, como la construcción del bulevar Amazonas y de áreas de entretenimiento, informó el Municipio de Quito. Las obras forman parte de un proyecto que incluye el retiro del cerramiento, para contar con un espacio recreativo abierto.
Alejandro Larrea, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), aseguró que los cambios buscan convertir al lugar en un verdadero parque. Por ejemplo, admitió que una plataforma para aviones no puede ser considerada una pista de ciclismo o de trote, como ocurre ahora, por lo que será intervenida.
Según Larrea, cuando empiece a abrirse el túnel del Metro, cuya primera terminal se construye en la antigua cabecera sur del aeropuerto, se utilizará la tierra que salga de allí para dar relieve al área verde. La administración municipal calcula que saldrán, solo hacia el norte, 2,5 millones de metros cúbicos de tierra.
Al momento, uno de los principales problemas del espacio es que, debido a la planicie y a la ausencia de construcciones altas en los alrededores, la fuerza del viento impide la siembra de árboles, porque mueren. Precisamente por eso no se ha establecido un plan de arborización. El 40% de los árboles que la pasada administración sembró, se perdieron por esa razón. Con el acondicionamiento de relieves se evitará ese daño y a la vez se crearán microclimas, fundamentales para la conservación de flora y fauna.
Larrea dijo que se respetará el diseño ganador del parque, de Ernesto Bilbao. Asimismo, se retirarán los hangares y a inicios del 2016 se construirá el bulevar Amazonas. En mayo, los hangares pasaron de la administración general a manos de la Epmmop. Su intervención, explicó Larrea, servirá además para construir el espacio para la infraestructura deportiva.
Se construirán canchas en el sector oriental de los hangares y en la cabecera nororiental, por el sector de la Tufiño. Las canchas costarán USD 2,5 millones, sin perder de vista que es un parque de recreación más que deportivo.
La pista se empezó a retirar porque, frezándola, ha servido para pavimentar otras vías de la ciudad. Larrea explicó que al tratarse de una pista para aviones, el material es excelente y puede ser aprovechado. En otras palabras el pavimento, que tiene un costo de unos USD 11 millones, ha sido reciclado.
Tomando el cuenta que la pista es el mayor atractivo para los deportistas, Larrea dijo que se construirán otras pistas más adecuadas para otro tipo de actividades. Una pista de aviones tiene un grosor que va desde los 80 centímetros hasta 1,10 m. Una pista de ciclismo o de trote no necesita más de 30 centímetros. Hasta el momento se ha reutilizado 15% de la pista, de la cabecera sur.
Los deportistas madrugan al Bicentenario
Las puertas del parque Bicentenario, en el norte de Quito, se abren a las 04:30. Las luminarias del lugar aún están encendidas, a las 05:45, cuando llega Fernando Almeida, de 49 años, vestido con calentador, con una bebida hidratante en la mano y audífonos para escuchar música mientras se ejercita.
Almeida entrena durante una hora desde hace ocho meses, cuando se enteró de que padecía de hipertensión arterial y su doctor le recomendó practicar a diario algún deporte. Desde entonces, la pista del exaeropuerto de la ciudad es una bendición para él. ‘Es mi gimnasio gratuito’, comenta, luego de terminar su rutina y antes de ir a pie a su casa.
A las 06:45, el lugar está tomado por caminantes y trotadores. A esa hora, desde lo que alguna vez fue la cabecera norte del exaeropuerto Mariscal Sucre, no menos de un centenar de personas se mueven.
Los usuarios han convertido al lugar en parte de su cotidianidad. Según la Unidad de Espacio Público, entre semana llegan a este parque 3 000 usuarios promedio, los sábados lo hacen 10 000 y los domingos 15 000, aproximadamente.
Hay grupos de mujeres de más de 50 años que se dan cita a diario para caminar. Flor Armijos, Antonia Buchelli y Margarita Zapata tienen diabetes por lo que caminan 60 minutos de lunes a viernes ‘llueva, truene o relampaguee’. Viven en el sector de La Luz y, antes de la apertura del Bicentenario, hacían sus rutinas en la Real Audiencia y la calle capitán Ramos.
Pero la gente no solo se ejercita por salud. Lo hace también por amor a sus mascotas. Antes de las 07:00, al menos 20 canes pasean en el lugar junto a sus dueños. Entre ellos está Susana Salazar, de 60 años. Ella vive en la avenida De la Prensa y a diario sale a trotar junto a Maravo, un golden a quien el paseo le sirve para desestresarse. Cuando no lo hace, el can se porta mal y hace travesuras, comenta la mujer.
Los hangares que bordean el lado occidental del parque acompañan prácticamente todo el trayecto. La mayoría está abandonado. Hay desniveles en la pista, hacen falta árboles, juegos infantiles, más baños. Al menos esas son las principales demandas de Ángel Herrera y Vicente Ramos, usuarios.