En medio de incidentes y gritos, el primer ministro Silvio Berlusconi consiguió, por solo tres votos (314 votos a 311), la confianza del Parlamento de Italia, que le permitirá continuar con su Gobierno.
Este resultado reforzó la reputación de Berlusconi como uno de los grandes sobrevivientes de la política italiana, pero lo deja debilitado, sin los suficientes diputados en el Parlamento para asegurar la estabilidad en tiempos de grandes desafíos económicos y una crisis de deuda amenazante en la Zona Euro.
El evento desató las protestas más violentas en años en Roma. En Vía del Corso, una de las arterias principales del centro de la ciudad, se vieron escenas de auténtica guerrilla urbana.
Barricadas erigidas en la calle con toda clase de objetos, autos en llamas, lanzamiento de piedras, petardos y pintura. Además de la destrucción de vidrieras y mobiliarios y ataques entre grupos pequeños de manifestantes y unidades de las fuerzas especiales.
“Me siento más fuerte”, aseguró Berlusconi, quien hasta julio pasado contaba con la mayoría de Gobierno más amplia de la historia de la República.
La nueva victoria en la Cámara de Diputados por un número tan limitado de votos lo convierte en un rehén, por lo que ofreció ampliar su mayoría con una apertura al centro y gobernar con más tranquilidad.
El choque más importante se registró en la capital italiana, donde cientos de miles de personas se enfrentaron con la policía en la sede del Senado.
Según un primer recuento difundido por los servicios de emergencia, 41 personas fueron detenidas, 62 recibieron atención médica a causa de los choques, de los cuales 22 fueron internados, aunque ninguno en estado grave (la mayoría con contusiones y heridas ligeras).
Tras los altercados, el centro de Roma fue cercado y los negocios navideños, que generalmente se establecían en la Plaza Navona, estaban cerrados.
Otras grandes movilizaciones se registraron en ciudades italianas como Milán, Turín, Palermo, Catania, Cagliari y Bari.