En medio del frío helado, las fuerzas antirusas en Kiev arrancan adoquines de las calles. Se están armando para una nueva batalla callejera contra las milicias ucranianas. Un humo negro de neumáticos en llamas recorre el barrio gubernamental de la capital ubicada junto al río Dniéper.
También dejaron rastros los incendios en edificios. El olor penetrante del gas pimienta se respira en el aire. Y ucranianos aparentemente dispuestos a todo traen nuevos neumáticos y otros materiales hasta el centro para que los opositores al presidente Viktor Yanukovich puedan levantar barricadas.
El centro de la ciudad, sacudido una y otra vez por batallas callejeras desde hace dos meses, se prepara para una larga lucha por el poder.
Las conversaciones de hombres de Yanukovich con la oposición proeuropea y los primeros compromisos alcanzados no alcanzaron hoy para traer la calma.
“Es terrible. Deberíamos hacer todo lo posible para que no haya ni un muerto más”, dijo el líder opositor Vitali Klitschko. Él pertenece junto al ex ministro de Exteriores, Arseni Jazenjuk y otros destacados opositores a un recientemente creado parlamento popular.
Esta “rada popular” aspira a encontrar una salida a la crisis y a unir a los opositores. Pero Klitschko y Jazenjuk saben que no tienen bajo control a los que están más dispuestos a la violencia entre las filas opositoras.
Éstos actúan con bombas incendiarias, bates de béisbol y piedras contra las fuerzas de seguridad. Se trata sobre todo de ultranacionalistas que luchan contra el rumbo proruso que adoptó el gobierno en Kiev.
Se los puede ver con todos los medios, incluidas pistolas de aire comprimido manipuladas. Una y otra vez hay advertencias y miedos ante la posibilidad de que el país se divida, aunque abiertamente aún nadie habla de un escenario así.
Los nacionalistas provienen del oeste del país en la frontera con Polonia, miembro de la Unión Europea. Allí los sentimientos antirusos están profundamente arraigados.
Es el bastión del partido populista de derecha Svoboda (Libertad) y un refugio de la oposición en torno al Partido de la Madre Patria de la exjefa de gobierno presa Julia Timoshenko.
El este y el sur, con su población de habla rusa, en cambio, aún está junto al presidente, a pesar de que ya se vislumbran las primeras grietas.
La gente allí reclama a Yanukovich que intervenga con mano dura contra los encapuchados en Kiev, que se enfrentan a las fuerzas de seguridad con máscaras de gas y violencia brutal.
Hasta ahora las autoridades contabilizaron tres muertos en las filas opositoras. La oposición habla de hasta siete cadáveres. Pero eso no intimidó a nadie, como demuestran los miles de manifestantes en la calle.
“Es un infierno”, “se superó la línea roja”, dicen los titulares de la prensa en Kiev el día después de la batalla campal, que trae algo de calma.
Klitschko ya no quiere hablar de un ultimátum duro contra Yanukovich. Casi nadie considera realista pensar en una renuncia del presidente.
Pero ante la presión de la oposición, Yanukovich seguramente sacrificará a su jefe de gobierno Nikolai Azarov.
El Parlamento en Kiev decidirá la semana que viene sobre la destitución de Azarov. También se revisarán las leyes aprobadas a toda velocidad para la limitación de las libertades de prensa, de reunión y de opinión.
El hecho de que Yanukovich ahora sí ceda en puntos importantes también podría tener que ver con las primeras discusiones en Occidente acerca de posibles represalias.
Lo importante ahora es que el presidente ponga fin al “terrorismo”, como lo llama Klitschko, contra el propio pueblo. No es más que un compromiso, según parece.
Yanukovich, que recibió ayudas millonarias de los rusos para salvar a su país de la quiebra, parece apostar por ganar tiempo.
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La situación en la exrepública soviética es complicada y poco clara, opina el famoso politólogo Vladimir Fessenko. Él teme que el país se suma en una guerra civil en el caso de una disolución violenta de las protestas.
El intento de resolver la tensa situación con negociaciones será largo y difícil.
Es posible que la lucha por el poder se prolongue hasta las elecciones presidenciales, previstas para marzo de 2015.
Mientras Ucrania vive un caos por la violencia en las calles, principalmente de Kiev, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton, viajará la semana próxima a la capital ucraniana para reunirse con el presidente Viktor Yanukovich, así como con la oposición, luego de que la escalada de violencia dejara cinco muertos y al menos 300 heridos.
En un comunicado en el que anunció su viaje, Ashton sostuvo que solo el diálogo podría evitar que la situación empeore. “Las puertas del diálogo y una solución política deben permanecer abiertas”, enfatizó.