Más de 50 000 alemanes participaron, según los organizadores, en las manifestaciones en contra el tren que transportaba desechos atómicos desde Francia.
Hasta ahora, nunca un tren con basura nuclear había tardado tanto tiempo en alcanzar su meta final: un total de 92 horas, un día entero más de lo previsto.
El convoy cambió varias veces su ruta por los bloqueos de los activistas. No consiguieron frenarlo, pero sí dejaron claro que se puede hacer mucho en las calles.
En octubre pasado, 100 000 manifestantes rechazaron el megaproyecto ferroviario ‘Stuttgart 21’. Alemania recupera las ganas de protestar, como forma de hacer política, más allá del voto, como vía para lograr cambios ,sin lanzar piedras.
En el sur de Alemania. Manifestantes bloquearon el paso por la línea férrea, para impedir que avance el tren procedente de Francia.
Desbloqueo en Dannenberg. Policías alemanes retiraron a los manifestantes que impedían el paso del tren.
Angela Merkel, criticada. La Canciller alemana fue el blanco de las protestas de ecologistas y ambientalistas.
Rumbo a Gotleben. El 9 de noviembre, los desechos llegaron al norte de Alemania. Hubo protección policial.
Greenpeace protestó. Activistas desplegaron una bandera con los símbolos de la muerte y de la radiactividad.