Por segunda vez en estos tres años el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner acusa al humor gráfico de encerrar mensajes mafiosos.
Al menos así lo confirmó públicamente el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, por una tira cómica publicada el domingo pasado en el diario Clarín.
En ‘La Nelly’, de autoría de Sergio Langer y Rubén Mira, dos personas llegan al Registro Civil. “¿Qué pasa que estamos sin vigilancia?”, pregunta uno. “Los canas están con el juez. Están practicando para aplicar la nueva ley”, responde el otro. En el cuadro final, el juez dice: “Cabo Sosa’ ¿acepta por esposo y/o esposa al principal Carbone”. La ira del gobierno se encendió. Salió justo en ese diario con el que libra una guerra declarada. En radio La Red, de Buenos Aires, el Jefe de Gabinete dijo que en ‘La Nelly’ hay mensajes mafiosos.
“Hablaron de los responsables de la custodia de la Presidenta de la Nación. Son las cosas a las que nos vemos sometidos todos los días. El principal Carbone y el Cabo Sosa existen”, dijo Fernández. “No es una casualidad. Nos encontramos en presencia de quienes, para no perder sus privilegios, mandan a los pasquines a mordernos”.
Con esas palabras dio inaugurado un nuevo tema de debate al que se está acostumbrando Argentina desde hace un año: de los medios sobre los medios o de periodistas sobre periodistas.
No es la primera vez que el gobierno califica de mafioso al humor gráfico en la prensa. En el 2008, una caricatura del prestigioso Hermenegildo Sábat, según la presidenta Cristina Fernández, contenía un “mensaje cuasi mafioso”. Allí aparecía ella con una cruz sobre la boca. El humor gráfico argentino tiene una rica tradición en la que siempre fue irreverente con el poder político, incluso en las dictaduras que ha vivido el país.