Susana Villarán, una educadora que ha dedicado gran parte de sus 61 años a la lucha por los derechos humanos, se confirmó ayer como fenómeno electoral en Perú. Esto, al obtener la Alcaldía de Lima, una ciudad que en los últimos lustros ha mostrado tendencias abiertamente conservadoras. El suspenso que se creó por la extraordinaria tardanza en el conteo oficial y lo estrecho de la diferencia de Villarán sobre la centroderechista Lourdes Flores, llegó a su fin cuando esta última, ante la frialdad de los números, reconoció la derrota. Además, le deseó éxitos a quien desde el 1º de enero regirá los destinos de la metrópolis de 8,2 millones de habitantes. “Hay una triunfadora en las elecciones, es (el partido) Fuerza Social y Susana Villarán, a quien en este acto reconozco como triunfadora en estas elecciones y saludo democráticamente deseándole el mejor de los éxitos”, dijo su rival, la conservadora Lourdes Flores, en una conferencia de prensa.El resultado llegó 27 años después de que la izquierda latinoamericana se anotara uno de sus mayores éxitos electorales al ganar la Alcaldía de Lima con Alfonso Barrantes, en un contexto precaída del Muro de Berlín. Villarán, ex funcionaria de Barrantes, repitió ahora el éxito pero en un contexto distinto, al frente de una versión de izquierda a la que presenta como moderna, liberal y respetuosa sin ambiguedades del ordenamiento democrático y la iniciativa privada. Eso sí, para la elección, Villarán y su joven partido moderado Fuerza Social (FS) fueron en alianza con otros grupos izquierdistas, algunos radicales, lo que sirvió para que, desde la contraparte, se le lanzaran furibundos ataques que llegaron al punto máximo de que se le insinuaran vínculos con el terrorismo. Curiosamente, los resultados finales llegaron cuando esa alianza ya está rota en la práctica y FS y radicales emprenden caminos propios hacia los comicios generales del próximo año. Como candidata, la izquierdista tuvo que aclarar reiteradamente que no comparte la violencia, que considera superado el estatismo, que discrepa en forma rotunda con el modelo venezolano y que ve a la guerrilla de Colombia como terrorista. En medio de la “guerra sucia” en su contra, Villarán -que representaba en principio una más de las candidaturas sin aparente opción- subió como la espuma en las encuestas. Para analistas, esa fuerza no necesariamente implica acogida a la izquierda, sino la apuesta por alguien que llega con un perfil fresco y carismático a reemplazar a quienes, como Flores, parecen encarnar al resistido “político tradicional”. La Alcaldesa electa fue durante décadas dinámica militante de izquierda radical y notoria activista de los derechos humanos. El tiempo la moderó y ya estaba en la centroizquierda cuando el presidente Valentín Paniagua la tuvo de Ministra de la Mujer (2000-2001). En el 2006 fue candidata presidencial por el embrión de FS, pero su votación fue mínima al margen de dejar buena imagen. Divorciada de un ex parlamentario socialista, madre de tres hijos -uno de ellos un cocinero de prestigio internacional- y abuela, Villarán es una mujer de aspecto jovial que se relaciona muy bien con la juventud, de la que salió la gran base de su apoyo.