En las últimas semanas, las protestas en Jartum y otras ciudades fueron reprimidas por la policía con gases lacrimógenos. Foto: AFP
Las fuerzas de seguridad sudanesas se desplegaron este jueves 17 de enero de 2019 en el centro de Jartum para una nueva manifestación contra el presidente Omar Hasán Ahmad al Bashir, cuatro semanas después del inicio de las protestas contra la subida de los precios del pan y los medicamentos.
Los organizadores convocaron una nueva marcha en dirección de la presidencia y a manifestaciones simultáneas en otras 11 ciudades, entre ellas Puerto Sudán, Madani, Gadaaref, Al Obeid y Atbara.
Las fuerzas fueron desplegadas en el centro de la capital y a lo largo de la carretera que conduce al palacio presidencial, observó un corresponsal de la AFP. En los alrededores del palacio había varios vehículos militares con ametralladoras.
En las últimas semanas, las protestas en Jartum y otras ciudades fueron reprimidas por la policía con gases lacrimógenos. Desde el 19 de diciembre, 24 personas murieron, según un balance oficial.
Las oenegés Human Rights Watch y Amnistía Internacional dan cuenta de al menos 40 muertos, entre ellos niños y personal médico. Unas mil personas, entre ellas activista, opositores y periodistas, fueron detenidos, según grupos de defensa de los derechos humanos.
La Asociación de Profesionales, que reúne a médicos, profesores e ingenieros, está a la vanguardia de las manifestaciones antigubernamentales. Las manifestaciones representan el mayor desafío para Al Bashir desde su acceso al poder en 1989 mediante un golpe de Estado apoyado por los islamistas, estimaron los analistas.
“Me manifestaré y me seguiré manifestando hasta que caiga el régimen”, declaró Adel Ibrahim, 28 años, en Jartum. La manifestaciones comenzaron en Atbara (250 km al noreste de Jartum) y luego se propagaron a varias ciudades, incluidas la capital y la región de Darfur (oeste).
Los manifestantes, que utilizan las redes sociales, gritan “libertad, justicia y paz”. También “el pueblo quiere la caída del régimen”, la consigna de las Primaveras Árabes de 2011. Sudán sufre de un grave déficit de divisas extranjeras.
Los habitantes sufren a menudo penurias de alimentos y carburante y la fuerte inflación de determinados productos. El gobierno afirma que las dificultades económicas se deben al duro embargo impuesto por Estados Unidos a Sudán entre 1997 y 2017.
Esas sanciones incluían la prohibición de actividades comerciales y transacciones financieras. Para los críticos del poder, Al Bashir es culpable de una mala administración económica y de gastar demasiado en la lucha contra los grupos rebeldes que existen en el país.
Además la secesión del Sur en 2011 privó a Sudán de las tres cuartas partes de sus reservas de petróleo y de sus ingresos petroleros.“Si el régimen sigue así, pronto vamos a perder nuestro país y por eso debemos luchar”, dice Ibrahim, que busca un trabajo desde hace años.
“Las manifestaciones no conducirán a un cambio de poder”, afirmó por su parte Al Bashir en una reunión de sus partidarios en Niyala, en la región de Darfur. “Solo hay una vía para llegar al poder, la de las urnas. El pueblo decidirá en 2020 quien debe gobernar”, declaró el presidente de 75 años, que aspira a un tercer mandato.
En 1964 y 1985, sendos alzamientos populares provocaron la caída del régimen, pero esta vez el camino será largo para los opositores, estiman los analistas. “Por el momento, Bashir parece contar con el apoyo de las fuerzas de seguridad”, indicó Willow Berridge, especialistas de Sudán.
Su gobierno puede sobrevivir a las manifestaciones, indicó un informe del centro de reflexión Internacional Crisis Group (ICG). Pero tendrá “un coste”, el de “un declive económico, una mayor cólera popular, más manifestaciones y una represión más dura”, indicó el informe.