Portugal, una joven democracia que vive con los bolsillos vacíos

Una típica calzada lisboeta, en donde la gente toma café al aire libre. Las calles del centro de Lisboa fueron testigos de la Revolución de los claveles, que hoy muy pocos recuerdan.

Una típica calzada lisboeta, en donde la gente toma café al aire libre. Las calles del centro de Lisboa fueron testigos de la Revolución de los claveles, que hoy muy pocos recuerdan.

José Vinagre tenía el día libre y estaba en casa con su familia aquel 25 de abril de 1974. Lo recuerda todo. Que hace días se hablaba de tumbar al ‘salazarato’, que los pasajeros de su taxi comentaban que los militares estaban preparando un golpe, que el rumor se había instalado en Lisboa por varios días. Tantos, que cuando la revolución llegó no tomó a nadie por sorpresa.

Hoy, del 25 de abril se habla poco. Durante esta semana, los diarios han recordado tibiamente la Revolución de los claveles, como se la llamó entonces. Los titulares, más bien, se preocupan de la crisis económica y la presión que los mercados ponen sobre el país.

La excepción en la prensa es el Jornal de Letras, Artes e Ideas, que en su edición de esta semana dedica una página a la biografía que el historiador Luis Nuno Rodríguez escribió sobre Antonio de Spínola, el general que asumió el poder tras la caída de la dictadura, quien había sido apartado del ejército tras denunciar el “callejón sin salida”, al cual la política colonialista del régimen estaba llevando a Portugal.

La situación económica no es la mejor. Después de la vapuleada Grecia (con 21,4%), Portugal es el segundo país de la zona euro con probabilidades de inestabilidad económica (con 18%).

Simon Johnson, ex economista en jefe del FMI, dijo esta semana que “Portugal y Grecia están, en términos económicos, al borde de la bancarrota, y ambos parecen más riesgosos que la Argentina del 2001, cuando sucumbió al incumplimiento”. Ante esto, Cavaco Silva, el presidente de la República, le respondió que no creía que se llegara a una situación de bancarrota en el país.

En la cuestión política, el primer ministro José Sócrates ha soportado varias acusaciones de corrupción. Una red de tráfico de influencias y sobornos en la cual, la cúpula del partido socialista portugués es señalada de haber armado una red de fraude de licitación de terrenos industriales y de crear un conglomerado de medios, para silenciar la crítica.

Los lisboetas no olvidan el 25 de abril, aunque hablen poco de él. Cualquiera le responderá con detalles al recién llegado que pregunte por qué el puente que cruza el río Tejo en la zona de Belén se llama 25 de abril. También culpan a la larga dictadura por la pobreza en la cual quedó Portugal, cuyas finanzas públicas fueron destruidas por querer seguir siendo un imperio, enviando soldados a Mozambique y Angola para evitar su independencia.

Solo después de la Revolución de los claveles esos países africanos lograron su libertad. Y los portugueses empezaron una lenta recuperación económica, que con su entrada en la zona común europea, transformó la cara del país. Si en los años 80 la construcción de un centro comercial en Lisboa, el Shopping Amoreiras, fue el gran tema de admiración y conversación –por la novedad del tema comercial y por su arquitectura que rompía la unidad visual en la ciudad– hoy el comercio bulle por doquier y las marcas de moda de mayor renombre tienen tiendas instaladas en varias avenidas de la capital y, en las calles, mujeres y hombres lucen impecables.

Vinagre recuerda que al encender la radio aquel día de 1974 se enteró de lo que pasaba en las calles. Hasta hoy conduce un elegante taxi de color negro. En una calle del Barrio Alto de la capital portuguesa, junto a su taxi estacionado, explica cómo ocurrieron las cosas en la Revolución de los claveles. “Un mes y medio antes Marcelo Caetano (quien sustituyó a Antonio Salazar en 1968) destituyó al general Antonio de Spínola y a varios de sus compañeros. Y los militares que encabezaron la revuelta también eran de la Academia Militar”. Luego explica cómo llegar al cuartel do Carmo, donde Caetano fue detenido por los militares y enviado al exilio. Y Spínola asumió la presidencia.

Don José hoy tiene 65 años. Cuando nació, en 1945, Salazar ya era dictador. El padre del ‘Estado Novo’ había abolido la constitución en 1933 y eliminado las elecciones y a los partidos políticos. Después de la Revolución de los claveles, explica el historiador Rui Ramos, investigador principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, “entre abril y noviembre de 1974 surgieron casi 50 partidos políticos”.

Cuando Vinagre salió de nuevo a la calle en el taxi se encontró con una fiesta callejera. “Era una algarabía. Todos en las calles. Todos los partidos políticos en la clandestinidad estaban mostrándose. Y fue más grande la fiesta el 1 de mayo, Día del Trabajo”. Pero hoy, con las noticias que salen en la prensa, los portugueses están más preocupados con los anuncios de crisis como para pensar en el día que cayó la que fuera la más larga dictadura de Europa.

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