Las mujeres ucranianas lanzaron un “embargo sexual” contra los hombres rusos, del país “agresor”, que incluye un sitio ad hoc en Facebook con, hasta ahora, 150 seguidores.
“Ni dai Ruskamu” (No se la des a un ruso, ndr), es el eslogan de una campaña de boicot, que ya apareció en algunas camisetas con un logo bastante explícito: dos manos que se curvan una hacia la otra evocando la forma del órgano sexual femenino.
A su lado, el principio de Katerina, la obra de Taras Shevcenko, el bardo ucraniano que fue perseguido por el gobierno zarista: “O mujeres de las cejas negras, enamórense, pero no de los rusos”. Un boicot al que se suman el de bienes de consumo rusos, a menudo publicitados sobre los grandes carteles en las autopistas del país.
Mientras, al grupo de Facebook comienzan a llegar las primeras reacciones, no sin golpes bajos o vulgaridades.
Por ejemplo, algún internauta se vale del photoshop, el programa para modificar imágenes, para difundir una foto de la poco femenina opositora rusa Valeria Novodvorskaia con una camiseta del boicot sexual lanzado por las mujeres ucranianas.
El diputado del partito putiniano Rusia Unida Robert Shlegel tuiteó la foto con un comentario masculinamente sarcástico, aprovechando la ausencia total de sex appeal de la interesada.
“Con una foto, Valeria Novodvorskaia mató el corazón de todo el boicot sexual ucraniano”. Otros internautas replican con alusiones sexuales duras, mientras Egor Prosvirnin, director del sitio nacionalista Sputnik y Pogrom, no dudó en definir como “prostitutas” a las participantes del embargo sexual.
Entre los testimonios de la campaña ucraniana hay dos profesionales del mundo web de Kiev, Katerina Venzhik, directora del sitio periodístico Delo.Ua, e Irina Rubis, directora del portal financiero Ekonomika Communication Hub. En esta sanción sexual también surge la rivalidad entre las mujeres ucranianas y las rusas: con las primeras que presumen ser más bellas.
El arma elegida por la protesta es la misma usada por las protagonistas de ‘Lisistrata’, di Aristófanes, con la diferencia que en la comedia griega las mujeres, para que vuelva la paz, se coaligan con otras de ciudades enemigas en la guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta.
Difícil imaginar una alianza de ese tipo entre mujeres rusas y ucranianas.