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Clases sobre ‘genocidio armenio’ conmueven a estudiantes de Argentina

genocidio escolares

genocidio escolares

Los escolares aprenden sobre el genocidio armenio durante una lección de cultura en el "Crimea" escuela armenia en Valentin Alsina, afueras de Buenos Aires, el 15 de abril de 2015. Foto: AFP

“Memoria y reclamo” se lee en un afiche al ingresar a la escuela armenia Jrimian, en la periferia de Buenos Aires, donde alumnos de 11 años aprenden qué fue el genocidio de ese pueblo en manos de los turcos, durante la Primera Guerra Mundial.

“Mi abuelo sobrevivió, yo siento honor”, dice Joaquín. “A mí me dan ganas de llorar”, acota Martina. “Cuando yo les cuento a mis papás lo que pasó, sienten angustia”, afirma Facundo, que sueña con ser médico forense.

Los tres asisten a una clase sobre el genocidio armenio en esta escuela abierta a la comunidad, del que se cumplirá el centenario el 24 de abril, fecha elegida porque ese día de 1915, “es el que mataron a todos los pensantes, a los intelectuales armenios”, exclaman varios niños interpelados por la maestra Magalí Assadourian.

Magalí tiene 32 años y hace 10 que enseña cultura e idioma armenio, orgullosa porque su abuelo Aram Yerganian es “uno de los 4 héroes nacionales armenios que en 1920 mataron en Berlín a uno de los que ideó el genocidio”, cuenta.

No obstante, admite que “el miedo fue la herencia dejada por las familias. El miedo a hablar en armenio, que no se den cuenta”, dice mientras circulan en el aula fotos de las persecuciones y el destierro.

Entre los 20 alumnos de este sexto grado apenas cinco o seis tienen antepasados armenios, pero ya todos saben sobre la masacre en la que según sus historiadores murieron 1,5 millón de personas entre 1915 y 1917.

Muestra del miedo que aún perdura, una mujer de 65 años que llegó a los 17 a Argentina y que trabaja en la escuela cuenta su vida a los niños pero prefiere no dar su nombre a la AFP porque “tengo familia en Turquía”, dijo.

Roberto Malkassian, profesor en Derecho en la estatal Universidad de Buenos Aires, considera que el miedo no es el denominador común entre los 150 000 y 200 000 armenios que viven en Argentina, la mayor colectividad en América Latina y la tercera del mundo detrás de la de Estados Unidos y Francia.

“Es un caso particular, cierta paranoia de un grupo demasiado patriota”, afirma el docente que abrió una cátedra en la UBA sobre “Aspectos jurídicos sobre el genocidio armenio” y que celebra la enseñanza escolar porque contribuye a la memoria y al fortalecimiento de la verdad.

El Ararat en Valentín Alsina

“Aunque nos reconozcan el genocidio, mientras no nos devuelvan el Monte Ararat no estaremos satisfechos”, dice la maestra a los chicos mientras señala en un mapa cómo el país de sus ancestros se redujo a una décima parte.

El Monte Ararat, como “símbolo de Armenia”, está representado en uno de los murales pintados por los mismos alumnos en las paredes externas del colegio, como también el Guernica de Pablo Picasso, entre otros.

Emplazado en medio de Valentín Alsina, un barrio de clase media baja en la periferia sur de Buenos Aires, uno de los lugares donde se asentó parte de la colectividad armenia con sus curtiembres a principios del siglo XX, el colegio privado Jrimian fue fundado en 1930 y recién en medio de la crisis económica de 2001 se abrió al resto de la comunidad.

Actualmente, alrededor de un 70% de sus casi 600 estudiantes en los tres niveles carece de vínculo directo con Armenia.

En Argentina, país de inmigrantes, donde se llama 'ruso' a los judíos, 'gallegos' a los españoles aunque sean catalanes o 'tanos' a los italianos, entre otros apodos, se da la paradoja que a algunos armenios se le dice 'turcos' como a los originarios de Medio Oriente, sean de origen árabe o judíos sefaradíes, sin distinciones.

En 1965 Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en reconocer como genocidio las masacres de armenios. Actualmente, más de 20 países lo reconocen, entre ellos Francia, Italia, Rusia y Argentina.