La diáspora libanesa se moviliza a ayudar tras explosión

La explosión en el puerto de Beirut dejó al menos 113 muertos y miles de heridos. Foto: AFP

La explosión en el puerto de Beirut dejó al menos 113 muertos y miles de heridos. Foto: AFP

La explosión en el puerto de Beirut dejó al menos 113 muertos y miles de heridos. Foto: AFP

La diáspora de Líbano, que casi triplica la población del pequeño país de 5 millones de habitantes, se ha movilizado para colaborar tras la explosión que arrasó gran parte de la capital, Beirut.

Los expatriados libaneses, la mayoría entre Estados Unidos y América Latina, se apresuraron a enviar dinero a sus seres queridos que perdieron sus hogares o resultaron heridos en la explosión del martes 4 de agosto, que dejó al menos 113 muertos y miles de heridos, mientras que otros crean fondos especiales para recaudar fondos que permitan hacer frente a la tragedia.

“He estado al teléfono toda la mañana con nuestros socios para formar una alianza para un fondo de emergencia tras la explosión”, dijo George Akiki, cofundador y CEO de LebNet, una organización sin fines de lucro en Silicon Valley, California, que ayuda a los profesionales libaneses en Estados Unidos y Canadá.

“Todos, tanto los libaneses como los no libaneses, quieren ayudar.

Akiki dijo que su grupo, junto con otras organizaciones como SEAL y Life Lebanon, crearon el Fondo de Emergencia de Beirut 2020, que recaudará dinero y lo canalizará a organizaciones seguras y de buena reputación en Líbano.

Foto: AFP

‘Tratando de ayudar’

Otros ayudan enviando remesas individualmente o abriendo cuentas con programas de recaudación en línea.

“Mi esposa Hala y yo igualaremos por lo menos USD 10 000 en donaciones y más tarde proporcionaremos más ayuda para la reconstrucción y otros proyectos”, dijo a la AFP Habib Haddad, un empresario tecnológico y miembro de LebNet con sede en Boston.

Antes de la tragedia, Líbano ya se tambaleaba por una profunda crisis económica y política tiene a más de la mitad de la población viviendo en la pobreza.

Y dependía en gran medida de las remesas enviadas por su diáspora.

“Estamos pidiendo a los emigrantes libaneses de todo el mundo que intenten ayudar”, dijo Maroun Daccache, propietario de un restaurante de comida libanesa en Sao Paulo, Brasil, que se estima que tiene siete millones de personas con esa ascendencia.

“Estoy tratando de ayudar con algo, pero el negocio aquí no ha estado muy próspero debido a la pandemia. Aun así, estamos mucho mejor que allá”.

El expresidente brasileño Michel Temer y su compatriota Carlos Ghosn, expresidente de Nissan, son de ascendencia libanesa.

De hecho, Ghosn está en Líbano fugitivo de la justicia japonesa.

Argentina y Colombia tienen también grandes comunidades libanesas, de unos 3,5 millones en cada una.

La cantante Shakira es de hecho de ascendencia libanesa. También la actriz Salma Hayek y el magnate Carlos Slim, de México, donde también hay una importante presencia.

Las explosiones tuvieron lugar en el puerto de Beirut que almacenaba 2 750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años. Foto: AFP

‘Una gota en el océano’

Los expatriados suelen visitar el Líbano todos los veranos, inyectando dinero necesario en la economía.

Sin embargo, este año la diáspora ha estado en gran medida ausente debido a la pandemia del covid-19 y muchos se han vuelto cada vez más escépticos y reacios a enviar ayuda a un país en el que la corrupción está muy extendida e impregna todos los niveles de la sociedad.

“La gente está indignada por la mala gestión del país y quiere ayudar, pero nadie confía en la gente que está a cargo”, dijo Najib Khoury-Haddad, un empresario tecnológico en San Francisco, haciéndose eco del sentimiento de muchos libaneses de dar dinero a un gobierno disfuncional.

“He oído que el gobierno ha creado un fondo de ayuda, pero ¿quién confía en ellos?” añadió.

Ghislaine Khairalla, de 55 años y residente de Washington DC, dijo que se maneja la idea de emparejar una familia necesitada de Beirut con otra fuera del país para que la ayuda viaje de forma directa y segura.

“Nosotros (la diáspora) somos el flujo sanguíneo financiero, especialmente porque la economía no se va a recuperar pronto”, dijo Khairalla, cuyo hermano perdió su casa en la explosión. “Estamos físicamente fuera de Líbano, pero nuestros corazones están allá”.

Nayla Habib, una libanesa-canadiense que vive en Montreal, dijo que planea ayudar en todo lo posible y expresó su indignación por los informes de que la explosión fue causada por más de 2 700 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto de Beirut, que está situado en el corazón de la ciudad densamente poblada.

“Dios mío, el estado de nuestro país es terrible y desgarrador”, dijo Habib a la AFP . “Doné antes de la explosión a una dama que ayuda a alimentar a los pobres y volveré a donar. Lo que doy es como una gota en el océano pero es necesario”.

Suplementos digitales