Las autoridades chinas prometieron responder con fuerza a la matanza “terrorista” de Kunming (suroeste), donde el sábado murieron 29 personas a manos, según Pekín, de musulmanes uigures armados con cuchillos.
Los atacantes pertenecen a la provincia de Xinjiang, considerada región autónoma y que desde 2009 es escenario de enfrentamientos mortales entre uigures y chinos de la etnia han. Allí, los ataques contra civiles son raros y, mucho más, fuera de la región.
El ataque en la estación de trenes de Kunming, capital de la provincia china de Yunnan, causó también 130 heridos y tuvo lugar días después de la apertura de la sesión anual del parlamento chino.
El número uno de la seguridad pública china, Meng Jianzhu, anunció ayer que “castigarían severamente a los terroristas” y advirtió de “medidas enérgicas para reprimir las actividades terroristas violentas”.
Los ataques con cuchillo y explosivos son habituales desde hace varios en Xinjiang, donde viven la mayor parte de la minoría uigur en su mayoría de confesión musulmana.
“Nada justifica los ataques contra civiles”, dijo en un comunicado el portavoz del Congreso Mundial Uigur, Dilxat Raxit, para quien las políticas represivas y discriminatorias instan a “medidas extremas”.