Diego Bravo,
Redacción Siete Días
El cambio climático y la disminución de los recursos petroquímicos hacen que la producción de biocombustibles se convierta en una prioridad. Esto ha provocado la innovación de tecnologías sustentables para la producción de carburantes.Una de las propuestas es la fabricación de fotobiorreactores elaborados con plástico de membranas osmóticas permeables. Esta fue desarrollada por la Agencia Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA). Se trata del cultivo de algas en aguas residuales. La finalidad del proyecto es que las plantas producidas en estas bolsas sean transformadas en biocombustibles u otros materiales utilizables.
Esta tecnología también permite que el agua contaminada se filtre por la membrana, logrando su purificación. Otra ventaja es que se obtiene un moderno sistema de limpieza del líquido vital.
En otro campo, científicos de la Fundación Biotecnológica de la Universidad Thomas Jefferson modificaron una planta de tabaco que produce aceite en sus hojas.
De esta forma, los elementos naturales de la planta pueden ser convertidos en materias primas para la elaboración de biodiésel.
La novedad de esta técnica es que dicho combustible sale de las hojas. Anteriormente, los aceites vegetales se extraían solo de las semillas. Los expertos modificaron, a través de procesos de ingeniería metabólica, la semilla del tabaco para recoger el aceite en las hojas. La planta modificada produce hasta un 20 % más de aceite.
La aplicación de la biotecnología en la elaboración de combustibles es una realidad que no se aleja de los laboratorios y especialistas ecuatorianos.
En la Facultad de Biología de la Universidad Católica del Ecuador (Quito), se está desarrollando la construcción de una planta para la producción de etanol con residuos agrícolas. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt). La inversión es de USD 1 700 000.
El proyecto se llama Recursos Sustentables para Etanol (Reseta). Javier Carvajal, director de la iniciativa, asegura que, en base a un estudio realizado por dicha Facultad, los desechos que más se producen en las plantaciones agrícolas del Ecuador son palma africana, banano y cacao.
La finalidad es producir etanol con los restos de esas especies vegetales. “Si nosotros logramos recuperar todos esos desechos y los tratamos en una planta procesadora, podríamos reemplazar el 17% de la gasolina que se consume en el país”, precisa.
Más allá de la construcción de la planta de tratamiento, para Carvajal, el mérito del proyecto radica en que se están descubriendo nuevas especies de levaduras en el país. Son microorganismos que se encuentran en el ambiente y se encargan de la descomposición de la materia orgánica. “Estamos produciendo una tecnología de fermentación a partir de los microorganismos que nosotros estamos recolectando”.
Estas levaduras contribuyen al proceso de descomposición de los desechos orgánicos extraídos de los sembríos, para luego ser convertidos en etanol.
El CO2 de la gasolina y el diésel está contaminando el aire. Eso es inobjetable. Frente a ese problema, ¿podrán los biocombustibles enfrentar la crisis ambiental que atraviesa el planeta? Todo depende de la voluntad para asumir nuevas tecnologías sostenibles.