Stephan Balliet, un extremista de derecha alemán de 28 años, está acusado de doble asesinato, intento de asesinato contra otras 9 personas e incitación al odio racial. Foto: AFP
El juicio al autor del más grave intento de atentado antisemita ocurrido en Alemania tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el ataque a una sinagoga en pleno Yom Kipur, se inició este martes 21 de julio del 2020 en un contexto de resurgimiento de la amenaza de la extrema derecha.
Stephan Balliet, un extremista de derecha alemán, de 28 años, con el pelo corto y vestido con vaqueros y zapatillas negras, declaró que en 2015 podría haber “decidido no hacer nada por esta sociedad que quiere reemplazarme por musulmanes y negros”, haciendo referencia a los centenares de miles de solicitantes de asilo.
La jueza, Ursula Mertens, lo interrumpió y le advirtió que podría ser expulsado de la sala si continuaba con sus diatribas racistas: “No toleraré que cometa delitos y (profiera) insultos en esta sala de audiencia”.
Pero Balliet continuó aduciendo que “no tiene ningún problema con las religiones pero sí con el semitismo”, sin precisar realmente su pensamiento.
El 8 de octubre, día de la fiesta religiosa judía, el acusado intentó penetrar en la sinagoga local de Halle (Sajonia-Anhalt), en la que se encontraban 52 fieles. Pero, al no poder acceder al templo, disparó contra dos peatones.
El agresor está acusado de doble asesinato, intento de asesinato contra otras 9 personas e incitación al odio racial.
Podría ser castigado a cadena perpetua con una pena mínima de 15 años.
El tribunal de Magdeburgo, en Sajonia-Anhalt, previó 18 días de audiencia para el juicio, que durará previsiblemente hasta mediados de octubre.
“Mirarlo a los ojos”
“Mis clientes quieren saber cómo y por qué pasó esto. Mirarán al acusado a los ojos para expresarle que no comparten su visión del mundo” explicó a la AFP antes del inicio del juicio el abogado de las partes civiles, Mark Lupschitz.
El abogado de Balliet, Hans-Dieter Weber, indicó simplemente que su cliente era “educado y amistoso”.
Stephan Balliet está acusado de haber cometido “un atentado contra ciudadanos y ciudadanas de confesión judía con una motivación antisemita, racista y xenófoba”, según el acta de acusación.
Stephan Balliet podría ser castigado a cadena perpetua con una pena mínima de 15 años. Foto: AFP
Los servicios de inteligencia interior alemanes establecieron un paralelismo con los atentados cometidos en Christchurch (Nueva Zelanda) unos meses antes contra dos mezquitas, que causaron 51 muertos.
El acusado grabó y difundió en directo su asalto, negando la existencia del Holocausto e insultando a los judíos.
Masacre
Según la justicia alemana, el agresor pretendía “cometer una masacre”. Solo se lo impidió la solidez de la puerta de la sinagoga, cerrada con llave.
El hombre estaba aislado socialmente y había abandonado sus estudios. Adepto a las teorías conspiracionistas neonazis, vivía con su madre en un pueblo remoto de Sajonia-Anhalt y pasaba la mayor parte de su tiempo navegando en internet.
Tras haber examinado al presunto asesino, el psiquiatra Norbert Leygraf lo describió en un documento consultado por la revista Der Spiegel como alguien con un trastorno complejo de personalidad con características del autismo. Sin embargo, era consciente de la injusticia de sus actos.
Balliet, en detención preventiva y muy vigilado, intentó escaparse de la cárcel a finales de mayo, provocando la indignación de la comunidad judía.
El acusado logró eludir la vigilancia de los guardias escalando un muro de 3,40 metros de alto y penetrando luego en un edificio penitenciario adyacente sin ser visto. Al no encontrar ninguna salida, dejó que lo detuvieran sin oponer resistencia.
El ataque de Halle se produjo en un momento de resurgimiento del terrorismo de extrema derecha en el país.
Hace un mes empezó el juicio contra un simpatizante neonazi, sospechoso de haber matado a un político conservador que se había mostrado a favor de la acogida de migrantes en Alemania.
El pasado febrero, un hombre partidario de las teorías racistas y antisemitas mató a nueve personas de origen extranjero en Hanau, al este de Fráncfort.
Una tendencia que también salpicó al ejército y a la policía alemana, sacudidos por los escándalos de que algunos de sus miembros guardarían vínculos con la ultraderecha.