La primera marcha militar de 100 alumnos cuencanos fue algo desordenada. Pocos seguían el paso que marcaba la voz de un militar que decía: quier, dos, tres, cuaaa’ Geovanny Muñoz a momentos lo lograba.
Los jóvenes de los quintos cursos de siete colegios pasaron un día en el cuartel. La marcha solo fue el principio. Luego de la recepción en el patio de la Brigada de Artillería 27 Portete, ellos recibieron su ‘rancho’ (comida).
“A mí no mucho arroz”, decía Andrea Bermeo, del Colegio Garaicoa. El militar que entregaba las raciones no le hizo caso.
Se armaron cinco pelotones y la consigna fue aprender canciones de la milicia. Al finalizar hubo otra marcha y a dormir, pero no solo fue acostarse. En el cuartel, la cama debe estar tendida correctamente. El sargento, Segundo Minga, les enseñó cómo hacerlo.
El día siguiente se centró en las labores físicas. Pasar cuerdas, aprender a salvar vidas y disparar un fusil. Era la primera vez que lo hacía Marlon Ordóñez (17 años), del Colegio Benigno Malo. Se extremaron las seguridades.
La jornada terminó a las 17:00 con una marcha que ya no fue desordenada. Luego de la experiencia, a Muñoz le gustaría hacer el servicio militar cuando le toque.