El endurecimiento del pico y placa para el sector privado en las vías de Bogotá ha generado algunos efectos y secuelas, que amenazan con caotizar la movilidad en la ciudad. Entre ellos el aumento del parque automotor, el incremento de motocicletas e incluso la falsificación de placas.
La fundación Ciudad Humana, que realiza estudios y consultorías de movilidad, advierte que la ampliación del pico y placa hace que una parte de dueños de vehículos adquiera otro usado, con una terminal de la placa que le permita circular los días que no puede emplear su vehículo.
De ahí que la organización advirtió que la radicalización de la medida puede traer consecuencias negativas para la movilidad.
Otro de los efectos, según Ciudad Humana, es que un segmento de propietarios de vehículos se ha inclinado por el uso de motocicletas que, en la actualidad, no tienen ninguna restricción para circular por la urbe.
Por último, otra de las consecuencias de la ampliación de la restricción vehicular en la ciudad es el surgimiento de falsificadores de placas. A finales del año pasado la revista Semana publicó un reportaje sobre la comercialización de placas falsas.
Según la investigación, en los alrededores de la Secretaría de Movilidad, en el centro de la capital colombiana, se pueden conseguir placas adulteradas por un valor aproximado de 90 000 pesos (alrededor de 45 dólares).
Durante la transacción, el comprador puede solicitar el último dígito de la placa, con el objetivo de colocarlo en su vehículo y así evadir el control de la restricción vehicular en Bogotá.
“Las placas adulteradas o falsas no solo son un desafío a las reglas del pico y placa, sino un grave riesgo para la seguridad”, fue una de las conclusiones del reportaje de la revista.