¿Y hoy, temprano? No. Depende cómo se reaccione. Nadie propone la precipitación advertida por Jaime Nebot ante 3 000 personas congregadas con Joyce de Ginatta para apuntalar la dolarización en un reciente foro de Guayaquil. ¡Nadie! Pero tampoco cabe aguardar el colapso del socialismo del siglo XXI en el Ecuador para apostarle a un despertar popular capaz de instaurar la democracia. Eso es subestimar a sus usurpadores. Son recursivos. Ya se predijo antes el aislamiento internacional del Ecuador, cuando Correa ofreció no pagar la deuda ilegítima, y no se aisló: 91por ciento de los acreedores le aceptaron recibir solo el 35 por ciento, aunque la promesa fue no pagarles nada.
Anticiparon también, los calculadores, el cierre del financiamiento internacional ante la desaforada carrera por lograr lealtades con el mayor precio pagado en el mundo por el crudo ecuatoriano: tampoco ocurrió. El BID, la CAF, el Flar tramitan créditos para el Estado ecuatoriano. Como demoran y son insuficientes, el Régimen se apalanca en Irán, China, Venezuela y Argentina. No basta; suben impuestos; penalizan con cárcel no afiliar al IESS a los trabajadores… en fin.
Adoptan medidas ortodoxas y heterodoxas para mantener el respaldo no logrado mediante lo incumplido: empleo; cobro a los grandes evasores; transparencia en las aduanas; cero contrabando; sana inversión extranjera; orden a las petroleras; subasta de los bienes incautados a Isaías; ajuste a los banqueros prófugos; eliminación de la corrupción.
Ante la ineficacia de esas políticas, el círculo se cierra y el estallido lo evitan imponiendo comités de represión; derivando el poco empleo hacia coidearios; consolidando simpatías con víveres baratos para partidarios; lavándole el cerebro a los indecisos con propaganda mentirosa; intimidando a los sumisos y acercándole fuego a los rabo de paja.
Si aquello genera la unidad y plataforma hoy inexistentes en el Ecuador para 2013, no se permitirá su triunfo en las urnas. Cuentan casi con todo el montaje para invalidarlo o reversarlo “constitucionalmente”.
La alternativa distinta, mejor auténtica, sobre todo eficaz y democrática frente a los problemas creados por Correa, no resueltos o agravados por él, es ahora.
Claro que no se gesta por cuatro iluminados, un catalizador u otra concentración de 150 000 personas en el bulevar Nueve de Octubre. Por ser más compleja, distante y larga, debe pensarse hoy. Alertados sobre las aberraciones de Chávez, los venezolanos respondían: ¡no creo, vale! Ahora creen. Muy tarde.
Allá también proliferaron los ‘nini’: ni con el Gobierno ni con la oposición. Aquí ni siquiera existe ese dilema. Aprendamos. Ponerle una vela al desgaste; confiar en el vaivén de las encuestas o rezar para encontrarlo ‘in fraganti’ es dejar el milagro a los cielos sin ayudar para nada en la Tierra.