Cuando una persona está convencida de que su verdad es la única que vale, es difícil intentar aclarar algo. Las generalizaciones son desagradables y es bueno que siempre brille la verdad para que nuestros hijos y las nuevas generaciones no se formen una idea distorsionada de la realidad.
En su último enlace desde la provincia de Cañar, el Mandatario manifestó que el Gobierno, a través de sus cadenas, fue el único que denunció las acciones violentas del dirigente de la Universidad Central, Marcelo Rivera, acusado de agredir al rector Samaniego.
En realidad, la prensa nunca lo ha señalado como delincuente, porque esa calificación corresponde solo a los jueces. Los periodistas siempre hemos calificado a ese señor como un agitador político y así lo dejó consignado este Diario después de la salvaje agresión que sufrió la periodista Mariela Rosero y el fotógrafo Martín Jaramillo.
En esta misma columna (martes 13 de marzo del 2007) bajo el título ‘El resentido social’, denuncié la salvaje agresión sufrida por un diputado por parte de un grupo muy bien identificado, que siempre sembró el terror en la Universidad Central, donde me eduqué, y también lloré, porque cada cierto tiempo la policía lanzaba gases lacrimógenos al interior del recinto.
La fecha del artículo coincidía con la euforia del triunfo electoral y el desprestigio bien ganado del antiguo Congreso, pero la prensa siempre ha denunciado a esos grupos violentos que denigran al alma máter. Parecían entonces, y siguen pareciendo hoy, borrachos de poder.
En ese grupo, de acuerdo con las imágenes de la televisión, estaba Rivera, pero por ética a nadie se le ocurrió calificarlo de delincuente porque nunca ha sido sentenciado, ya que siempre se ha amparado en la autonomía universitaria para evitarlo.
El término más adecuado, el que usé en mi columna y lo ratifico hoy, es el de resentido social, el personaje que disfruta destruyendo los bienes que no son suyos, que insulta a todo el que se le pone al frente y que, casi siempre, se junta con otros resentidos sociales para ahondar sus complejos y frustraciones.
Usando las mismas palabras del Presidente, no hay que dejarse engañar, la prensa cumple un rol en la sociedad, pero parece que la máxima autoridad del país está en un estado de mucha tensión y nervios, por eso insiste en lo imposible: tratar de convencernos de que la prensa nunca denunció a Rivera, tampoco el atraco bancario, ni nada. Falso.
Es cuestión de recurrir a las ediciones de los años de la crisis para que se dé cuenta que todo está registrado. Demandar respeto no es más que eso, apelar a esa vieja frase que dice respeta para ser respetado. Los médicos naturistas recomiendan gingsen para la memoria, con el mayor respeto se lo sugiero al Presidente.