Paola Gavilanes. Quito
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¡Son las mejores fiestas de Quito! Así catalogaron Daniel Álvarez, Diana Mosquera y Elena Carrasco a los festejos que empezaron después de que el club albo se convirtiera en el campeón de la Sudamericana.
Con abrazos, saltos y hasta lágrimas, los hinchas que se reunieron en varios lugares del norte de la capital celebraron la victoria, en una noche en la que Liga sufrió para ganar el título.
“ Chuta, pensé que otra vez nos íbamos a los penales”, exclamó Carrasco, tras observar en la plaza De las Américas los tres goles que marcó Fluminense, los cuales ponían en peligro la corona a la que aspiraba Liga.
Cerca de 2 500 hinchas se congregaron en la plaza De las Américas para observar el partido. Allí, los fanáticos vivieron 90 minutos de angustia, por las constantes y peligrosas llegadas que hacían los jugadores del ‘Flu’ en el área resguardada por el meta Alexander Domínguez.
La desesperación se apoderó de los hinchas cuando el árbitro paraguayo Carlos Amarilla expulsó de la cancha del estadio Maracaná al volante Ulises de la Cruz, con tarjeta roja directa.
En ese momento, Carlos Veintimilla se cubrió el rostro con sus manos y empezó a rezar. El hincha de 52 años, creyente del Divino Niño Jesús, pedía la expulsión de alguno de los fluminenses para que ambos equipos tuvieran 10 hombres.
Esa escena de angustia se repitió constantemente entre los hinchas que observaron el partido internacional en las pantallas gigantes que se colocaron en la plaza De las Américas.
Las fiesta alba en ese lugar fue organizada por Nissan, auspiciante oficial de la Copa Sudamericana. Los fanáticos llegaron a ese sitio vestidos con la camiseta alba, mientras que en sus manos llevaron fundas de papel picado, banderas y matracas.
Los nervios y la tensión también se apoderaron de los hinchas que acudieron a la tribuna de la av. De los Shyris, donde había una pantalla gigante instalada por el Municipio. Los dos últimos tantos que marcaron los jugadores del ‘Flu’ terminaron por petrificar a los hinchas.
Mariana Caicedo no supo canalizar los nervios y empezó a tironearse el cabello.
Cuando el árbitro Amarilla pitó el final, los albos se trasladaron en caravana a la tradicional pileta de la plaza Indoamérica, de la Universidad Central, para festejar la victoria, al grito de: “¡Viva Liga, viva Quito!”.