Redacción Cultura
José Unda es un hombre extraño. Se fue de Ecuador cuando el grupo espontáneo al que perteneció (y que sacudió la escena plástica tradicional del país) empezaba a ganar la fama que hoy tiene. Volvió en 1991 con un arte abstracto de sello muy propio que ha seguido desarrollando hasta hoy.
Ahora, luego de varios años sin exponer, pone una colección de 12 cuadros junto con esculturas de pequeño formato de la artista Vicky Camacho en la pequeña sala del colectivo Cienfuegos (Galavis e Isabel la Católica, junto al mercado de La Floresta). La muestra permanecerá abierta hasta el 15 de marzo.
¿Por cuáles temas está caminando su trabajo actual?
La temática de esta obra está centrada en los valores culturales ancestrales. Hay algunas series como la ‘Del jaguar’, ‘Barroco mestizo’ y algunas otras escogidas al azar porque tengo mucha obra.
No ha expuesto mucho en los últimos años…
Hoja de vida
José Unda
Nació en 1948. Junto a Washington Iza, Nelson Román y Ramiro Jácome crearon el grupo artístico de los Cuatro mosqueteros, en la década de los sesenta.
Desde 1974 hasta 1991 vivió en Toronto, Canadá. En 2006, presentó una muestra antológica de su trabajo titulada ‘Códigos arcanos’, en el Centro Cultural Metropolitano.
Arte para mí es búsqueda, no es hacer un cuadro. La obra es un resultado de una pretensión, de otra cosa. De ahí uno se da cuenta de que hay pintores y ‘hay’ pintores, hay artistas y ‘hay’ artistas.
¿Y últimamente qué ha estado pintando?
Se llama ‘La voz cuántica’. Tiene que ver con la ciencia. El artista siempre anuncia cosas, lo que llaman un adelantado de su tiempo, o un visionario.
¿Cómo la llama usted?
Un loco lúcido.
Un poco paradójico ¿no?
Siempre intuí que el arte es una recopilación de todo. No me he equivocado porque ahora la ciencia occidental coincide con la filosofía oriental. Los orientales ya conocían la antimateria hace muchos siglos. Los científicos ahora están desarrollando esa idea de la antimateria que es la energía.
¿Cómo participa el arte visual en esa convergencia?
Lo que yo hago es ilustrar estas ideas. No me considero un pintor en el sentido de que pinto conceptos sino que más bien los ilustro. La filosofía oriental dice que la antimateria no tiene forma, ni principio ni fin.
¿Y eso dice la ciencia?
La ciencia contemporánea tiene que poner esto en partículas minúsculas que se llaman cuantos, que por el momento son las más pequeñas conocidas. El misterio del átomo que duró 2 000 años, desde Demócrito, se rompió hace 100 años.
Más o menos por el tiempo en que rompió la figura en la pintura occidental , ¿no?
El arte siempre ha sido abstracto en la concepción. Ahora yo desarrollo el concepto de la ilustración científica y mística a la vez.
¿El artista debe ser un poco filósofo y un poco artesano?
El filósofo vive en un mundo abstracto por sus ideas. El artista lo materializa, lo hace tangible, es el don maravilloso de la mano.
¿Esta preocupación es reciente o le viene de siempre?
Hay otra serie que estoy trabajando que he titulado ‘El laberinto del Dao’. Está basada en algo que siempre he tenido presente, aunque de forma intuitiva: las contradicciones. Cuando hago una pintura es muy importante el fondo, la parte oscura, casi más importante que la misma forma porque ambas dependen la una de la otra. Esa interdependencia es un principio del Dao.