La Fontanilla era el único vestigio del puerto en Palos de la Frontera. Atrás está la iglesia de San Jorge Mártir, del siglo XIV. Foto: Fernando Andrade/ EL COMERCIO
Al sur de la región autónoma de Andalucía, en la provincia de Huelva, se encuentra Palos de la Frontera, una población de unos 10 000 habitantes que viven fundamentalmente del cultivo de frutillas, que se exportan a toda Europa.
Las calles y casas de Palos se acercan más a la España del estado de bienestar que a la de la crisis y los desahucios. Esta ciudad es más cercana a un lujoso vecindario, no tiene edificios ni los inmensos conjuntos de bloques de viviendas que caracterizan al resto de ciudades españolas. Ese escenario contrasta con el impresionante complejo industrial químico de Huelva, que se puede apreciar desde las zonas más altas de la ciudad.
Más allá de las fresas que produce y de la prosperidad de sus viviendas, Palos es conocida por albergar al puerto de donde partió Cristóbal Colón hacia América, el 3 de agosto de 1492.
A pesar de que este hecho es tan conocido y que lo aprendimos desde la escuela, de aquel puerto que funcionó durante la segunda mitad del siglo XV y la primera del XVI no se conserva ningún vestigio. Tan solo quedan dos construcciones que estaban en sus inmediaciones y que se relacionan con la aventura colombina: la Fontanilla, que le sirvió al marinero genovés para aprovisionarse de agua para la expedición, y la iglesia de San Jorge Mártir, en donde se congregaron los marineros para elevar sus plegarias antes de embarcar. Sin embargo, esta semana, un grupo de arqueólogos de la Universidad de Huelva dio a conocer el hallazgo de una parte de la zona portuaria que, de acuerdo con sus estudios, es el lugar exacto desde donde zarparon las tres carabelas, la Niña, la Pinta y la Santa María.
Juan Manuel Campos, docente de Arqueología y director de la investigación, explica que se trata de un complejo arqueológico compuesto por la alota y el alfar del puerto. La alota es el edificio portuario y tenía diversas funciones: una habitación dedicada a la aduana, un almacén donde se subastaban mercancías y una fonda donde se reunían los marineros para comer y dormir.
La alota se extiende en unos 800 metros cuadrados, aunque podría ampliarse por nuevos hallazgos, pues los estudios continuarán un mes más, para definir la estructura y funcionalidad de cada lugar. Esta es la construcción más cercana a la ensenada de agua sobre el río Tinto, por donde circulaban las naves antes de salir al océano Atlántico.
Para determinar que efectivamente se trata de construcciones ligadas al puerto, el profesor Campos explica que, durante una prospección geotérmica realizada en 1992 por la misma universidad, se logró determinar la fisionomía de la bahía y su calado, el cual permitía el ingreso de las naves de la época al puerto sin inconvenientes.
El dato más revelador de este estudio fue que en las muestras de sedimento, además de polen y otra serie de residuos, aparecieron elementos microcoscópicos que finalmente se logró determinar que se trataba de los restos del calafateado. Este material era usado para unir las tablas del casco de una embarcación. Su presencia evidencia que el tránsito marítimo en el sector era enorme.
El segundo hallazgo divulgado esta semana es un conjunto de cinco hornos distribuidos en una superficie de 1 500 metros cuadrados, que se usaban para elaborar ladrillos, cerámica de mesa y de cocina, pan y cal. Campos asegura que con lo encontrado se han reconstruido las relaciones comerciales de la época: “Hemos encontrado cerámicas que proceden del triángulo Génova–Pisa–Savona, un sector alfarero de Italia; incluso tenemos piezas que venían de La Vega de Sevilla, que era un centro alfarero por excelencia y que, si vinieron a este lugar, es porque desde aquí se redistribuyen a otros sitios”.
El puerto de Palos estaba compuesto también por un astillero, en donde se construyó la carabela Pinta, nave que fue contratada para la expedición con el auspicio de Martín Alonso Pinzón, ilustre marinero palermo, que apoyó decididamente la empresa de Colón. Lamentablemente, explica el arqueólogo español, esta estructura no deja huella arqueológica por lo que es imposible determinar su forma.
Uno de los hechos que más llama la atención es que en la actualidad no hay presencia de agua en la zona de las excavaciones; entonces, ¿cómo entender que este espacio haya albergado a un puerto? A criterio de Campos, la deforestación de las zonas altas del cauce del río que alimentaba la ensenada de agua originó el proceso de sedimentación, que terminó colmatándola y, de esta forma, el puerto quedó inservible para el ingreso de naves.
El proceso de sedimentación y la erosión de la ladera continuaron por años hasta dejar completamente cubierto el complejo recientemente descubierto. Lo cual es fácil de suponer debido a las torrenciales y repentinas lluvias que han caracterizado la entrada del otoño en este año, que contrasta con el caluroso clima de Andalucía.
Las excavaciones se extenderán hasta noviembre de este año, tiempo en el que se intentará hacer una reconstrucción de toda la infraestructura del puerto, junto a la Fontanilla, la iglesia de San Jorge y el castillo de Palos, del que solo quedan restos y que es considerado un yacimiento arqueológico protegido como Patrimonio Histórico Español.
Manuel Andrés, docente de historia de la Universidad de Huelva, se muestra entusiasmado por los hallazgos de sus colegas por la importancia del puerto para el descubrimiento. “El hecho de que los vikingos llegaran a América muchos siglos antes que los españoles es incuestionable y hay evidencias al respecto; pero hay que entender el contexto histórico en el que se producen los viajes de Colón y que termina cambiando la faz del mundo”, sostiene. No obstante, para Consuelo Varela, historiadora de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, estos hallazgos son interesantes, pero su importancia radica en lo turístico y cultural, más que en lo histórico.
En la actualidad, Palos de la Frontera y las zonas aledañas están lejos de transportarnos a tiempos medievales de castillos o de evocar el agitado ánimo portuario de tabernas y hostiles marineros; pero sí existe la clara intención social e institucional de posicionarse como el lugar donde inició uno de los hechos más trascendentales de la historia de la humanidad.
La historia del descubrimiento de América sigue viva en La Rábida, Palos de la Frontera y Moguer, poblaciones de la provincia de Huelva que configuran una ruta turística, denominada Lugares colombinos.
En cada una de ellas resaltan varias edificaciones que sirvieron al almirante genovés en los preparativos de la expedición. Esta es la razón por la que, a pesar de ser una de las zonas más pequeñas de España, en la población se siente un vínculo permanente con el Continente Americano, y lo que no es menos importante, en el ánimo se reconoce esa mezcla del espíritu latino y del árabe que heredamos en la América hispana.