Guayaquil es una ciudad que tiene muchas versiones. Está la urbe moderna, en la que se planean rascacielos y construcciones de lujo, llena de vías anchas donde abunda el pavimento.
También está la ciudad marginal, con miles de casas con techo de zinc y paredes de caña que se riegan por enredadas calles de tierra.
Es una la Guayaquil del norte y otra la del sur y estas dos son diferentes a la del este y el oeste.
Es por esto que no fue sencillo lograr una respuesta única a la pregunta sobre qué color tiene la ciudad de Guayaquil y cuál fue la razón para escoger esa gama para describir a la ciudad.
Vivir con pasión
Una de las cosas en la que coincidieron las personas consultadas es que el habitante de Guayaquil vive con pasión. Así sea poco o mucho lo que la vida le da, lo toma y lo disfruta a manos llenas.
Esa pasión tiene brochazos de alegría. Colores vivos para demostrar el optimismo con el que los habitantes de la ciudad enfrentan una realidad, que muchas veces les juega en contra.
La paleta de colores para describir a Guayaquil se va completando con destellos de luz, de esas luces que anuncian la llegada de un nuevo día. Es que la ciudad, al ser puerto, no descansa mucho.
Guayaquil se despierta temprano en los mercados, sea de víveres o de mariscos. Es que el guayaquileño es de buen comer y no perdona un desayuno con un buen bollo, bolón o encebollado.
Color del esfuerzo
Y el esfuerzo, aunque no tiene color, también debe ser incluido en el momento de describir las tonalidades de la ciudad. Todos los días, desde el más humilde vendedor ambulante hasta el más próspero empresario sale a ganarse el sustento, a inventar una fórmula que garantice tener el pan de cada día para repartirlo entre los suyos.
Completan este cuadro el miedo y la esperanza. Temor por ser una de las ciudades más violentas del mundo y la fe de que esta realidad de cuatro asesinatos por día cambie y con esto se comience a dibujar la esperanza entre los millones de habitantes de esta urbe.
‘Hay una ciudad real que no es de colores vivos’
Wladimir Torres, pintor y fotógrafo
Me gusta Guayaquil cuando llueve, desde su tonalidad hasta sus olores. Hay una ciudad real que no es de colores vivos y tiene personajes únicos que la adornan y narran. Cuando salgo a hacer fotografías no busco edificios majestuosos, trato de retratar la cotidianidad de las personas, camino hasta encontrar a gente que vive con pasión lo que la vida le dio. Me gusta retratar historias y esta ciudad tiene muchos testimonios por contar. Una vez fui invitado a la fiesta de cumpleaños de una señora a la que se le cayó la casa al Estero; celebró feliz a pesar de que todo era ajeno, hasta las velas. Cuando los vecinos se iban se llevaban todo lo que le prestaron. Así es Guayaquil.
‘Realmente Guayaquil es una ciudad multicolor’
Allyson Luna, directora de Gestión y Promoción Cultural
Para mí Guayaquil es multicolor. Y digo que es multicolor porque alberga a todo el que viene de cualquier lugar del país en busca de bienestar, de prosperidad, de mejor vida. Guayaquil le da al foráneo lo que necesita. Guayaquil es más que una ciudad, es una cuna. Al ser una ciudad que es puerto principal y la capital económica del Ecuador, Guayaquil lo tiene todo. Por eso que digo que, realmente, para mí Guayaquil es multicolor. En lo referente a la tonalidad, diría que la ciudad tiene colores vivos debido a las características del guayaquileño del que podemos decir que es alegre y con esa alegría recibe a la gente que viene a esta ciudad.
‘A Guayaquil la veo con luz, con luminosidad’
Olmedo Quimbita, pintor
Yo le pondría un color especial que sería para mí el dorado, el color oro. ¿Por qué digo esta paleta de color para Guayaquil? Algo sencillo, porque a Guayaquil la veo con mucha luz, con mucha luminosidad. Entonces ese color dorado, ese tono de luz de luminosidad es el que le pondría yo. Para mí Guayaquil es mi casa. Prácticamente yo tengo cerca de 20 años de vivir en esta ciudad. Hace ya 20 años que llegué a vivir a esta ciudad y, prácticamente, Guayaquil me recibió con los brazos abiertos. Desde esta ciudad salgo al exterior a exponer mi obra, y es algo que lo hago con mucha frecuencia. Por eso es que considero a Guayaquil como mi verdadera casa; esta ciudad para mí es mi casa.
‘El color es celeste muy bajo, tirando a violeta’
Xavier Patiño, pintor
Han sido ciertos colores con los que más o menos yo crecí. Entre esos me gusta mucho, hay un color bajito de un celeste que es un poco más grado violeta. Se usaba mucho para las casas antiguas. Cuando era un chico, las casas que están en el centro tenían pintados esos colores y combinados con un amarillo también más bajo. Esos dos colores para mí son la combinación perfecta. Algunas casas en Las Peñas se han pintado así, se ha investigado. No digo celeste por la bandera, es más una cosa de la memoria, de los recuerdos de esa arquitectura que tenía buena energía. Entonces eso son mis colores y el por qué los elijo, es simplemente una cuestión de memoria.