Reina Tapia (izq.) comercia especias desde hace tres décadas en el centro de la urbe. Foto: Enrique Pesantes/EL COMERCIO
La calle Colón, entre el Malecón Simón Bolívar y la calle Boyacá, en pleno centro de Guayaquil, es una muestra de la evolución de la actividad comercial en la ciudad, que hoy (25 de julio) cumple 483 años de fundación.
En ese tramo, que abarca cuatro cuadras, confluyen negocios de antaño y los nuevos comercios.
Desde hace tres o cuatro décadas funcionan tiendas al menudeo de especias, abacerías, ferreterías y librerías que ahora comparten espacio con los locales que en la última década -principalmente- llegaron para ofrecer artículos tecnológicos, ropa, bisutería, zapatos y productos importados.
Esos comercios han ayudado a consolidar a la urbe porteña como “la capital comercial del Ecuador”. Si bien ese título lo ha ostentado siempre, el aporte del Puerto Principal en ese segmento a la economía nacional se amplió entre el 2008 y el 2016, según el último reporte del Banco Central del Ecuador. Pasó del 23% al 28% en el aporte por comercio al PIB nacional.
La Colón y el sector que la rodea son conocidos desde la década de los años 50 como el “casco comercial”. Se suman también las conocidas bahías, las calles Chimborazo y Aguirre, nombradas como “las de las telas”; también la avenida 9 de Octubre, en la que hay negocios dedicados a los electrodomésticos.
En Pichincha y Colón se ubican dos locales de venta de especias que se han “ajustado a la evolución comercial”, como Productos a la Cena y El Paraíso de las Especias, que tienen tres décadas. El olor de los damascos, girasoles, dátiles, pasas, manteca de cacao, ajonjolí, pimienta y el romero se mezcla en el ambiente al acercarse a los locales.
Reina Tapia, dueña de Productos a la Cena, rememoró que en la década de los 70 el sitio tenía un gran movimiento por su principal vía comercial: el río Guayas. Pero, luego, el centro fue cambiando con la incursión de nuevos competidores, sobre todo de la ropa y tecnológicos.
Rosendo Tapia, de El Paraíso de las Especias, recordó que hace 40 años en el sector “marcaban la agenda comercial” los arroceros, cacaoteros, cafeteros, quienes demandaban productos y servicios.
George Nassar cree que la tela está ligada a la historia comercial del Puerto Principal. Foto: Enrique Pesantes/EL COMERCIO
Hoy, los clientes son otros. Por ejemplo, en su local hace 30 años se demandaba mayoritariamente los aliños, hoy son las frutas secas.
“Los veganos y gente que cuida su salud son nuestros principales clientes, hemos ido cambiando con el pasar del tiempo, así no ha muerto el comercio de esta actividad de antaño”. Por ese cambio comercial, dijo, murió la actividad en la calle Panamá, que acogía a los antiguos negociantes de cacao en la década del 70.
A pocos metros de ese local, trabaja un pequeño negocio de venta y reparación de celulares. Uno de los vendedores, Camilo Rodríguez, contó que abrieron el año pasado con la finalidad de aprovechar la alta afluencia de público que cada día llega a las Bahías. “Este es un sector que sigue acogiendo a viejos y nuevos personajes dedicados al comercio”.
Otros factores han incidido en la expansión del comercio en Guayaquil. Juan Carlos Díaz Granados, de la Cámara de Comercio, el gremio más antiguo del país que data desde 1889, cree que el centro de la urbe sigue siendo el principal polo comercial de la ciudad.
Sin embargo, explicó que hay otros segmentos que han ayudado a ese crecimiento, entre ellos la formalización de la actividad comercial con la construcción de mercados municipales y la incorporación de centros comerciales y plazas.
El primer centro comercial fue inaugurado en 1978 y hoy hay 32 de estos espacios en toda la urbe. Uno de ellos fue recientemente reinaugurado en el interior del Malecón Simón Bolívar, en pleno corazón comercial de Guayaquil, a la altura de la calle Colón. Hay 122 locales modernos.
Otro es el Mall del Sol, que dispone de más de 290 locales. Abrió las puertas en 1997 y desde su apertura se ha ido ampliando para acoger nuevos conceptos de negocios.
Otro sector que se ha desarrollado es el textil. George Nassar, quien tiene 26 años en el negocio de las telas en el centro, rememoró que el casco céntrico ha ido evolucionando para adaptarse a las nuevas realidades. Él trae el producto desde India, China, Panamá y Corea del Sur.
“Guayaquil ha sido siempre la capital comercial del Ecuador, nosotros tenemos clientes de Costa, Sierra y Amazonía. En este negocio vamos por la tercera generación, antes quienes venían a comprar se hacían llamar costureros, ahora se hacen llamar diseñadores, nos hemos acoplado a todo”.
Para Pablo Arosemana, presidente de la Cámara de Comercio, el movimiento comercial es sinónimo de mayor producción, y más empleo. “El consumidor siempre desea maximizar su satisfacción al comprar, si los negocios no evolucionan a la par de las tendencias no prosperan”.