Redacción Guayaquil
En un pequeño bar en el sur hay un grupo de mujeres que habla casi a gritos. En los altoparlantes se escucha con fuerza Guayaquileño madera de guerrero. No es en la voz de Carlos Rubira Infante, que compuso esa melodía, pero la barriada la escucha.
Entre las mujeres hay una jovencita con vestido blanco y una cinta: Reina del Barrio Cuba. Diana Bohórquez, de 15años, la tarde del sábado 18 de julio presidió el desfile para festejar a Guayaquil.
El reinado, el pregón, la retreta, la música y el baile popular son tradiciones arraigadas en la ciudad. Diana se siente más guayaquileña cuando escucha las canciones que hablan del río Guayas, del estero, de las mujeres bonitas.
“En mi tierra hay mujeres muy lindas y serenas/ hay rubias, hay morenas, todas una canción/ por eso con orgullo le canto yo a mi tierra/ porque lo que ella encierra es honra de Ecuador/ guayaquileño madera de guerrero/ bien franco, muy valiente, jamás siente el temor/ guayaquileño de la tierra más linda pedacito de cielo de este inmenso Ecuador…”
Este pasacalle nació en la capital. Era un día de 1944 cuando Rubira Infante lo compuso para responder a la hinchada de Quito, que se mofaba por el triunfo 1 a 0 frente al equipo de Guayas. Su voz se entrecorta pero recuerda que ha compuesto o musicalizado más de siete canciones a la ciudad entre ellas Pórtico de Oro, Reina de Octubre, Morena mía…
Rubira es el único compositor emblemático, de 88 años, que aún dedica tiempo a enseñar a la nueva generación la música popular.
Otra compañera de esas faenas es la cantante Fresia Saavedra. Ellos van en la tardes, según los horarios, a dictar clases en el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo, junto al río Guayas.
Todo el espacio es un tributo a la música de la ciudad. Nicasio Safadi (origen libanés) puso la música al poema Guayaquil de mis amores, de Lauro Dávila. Ambos no nacieron en la ciudad pero pusieron en ese pasillo lo que sintieron por ella y tienen un reconocimiento en el museo.
La historiadora Jenny Estrada entona Guayaquileño, a toda voz, para decir que la ciudad tiene una identidad musical que pasa a través de generaciones. “Es una sintonía entre los autores y el alma popular. El pueblo hace propia la melodía porque siente que eso le quiere decir a su ciudad”.
La soprano Beatriz Gil recuerda que hace cinco años quiso componer una canción a la ciudad que sea alegre, ya que los pasillos son bastante tristes. Quería hacer un estribillo que motive a bailar a la gente y a gritar ¡viva Guayaquil! En ritmo de pasodoble lo logró con Guayaquileños de corazón.
“Somos guayaquileños, guayaquileños somos de corazón/ nacimos guayaquileños en esta tierra donde vi la luz del sol/crecimos guayaquileños amando todos sus rincones con pasión/ con orgullo les grito a los cuatro vientos que en el alma lo que siento es que guayaquileño soy…”
La canción comienza con el barrio Las Peñas donde se crió. La melodía se incluye en un CD que auspició el Municipio. En su voz se escuchan Romance criollo de la niña guayaquileña, Guayaquil pórtico de oro y otras.
El viejo Napo (Napolitano) también quiso poner a bailar a la gente con Guajira pa’ Guayaquil. Es un ritmo pegajoso para mover las caderas en las escalinatas del cerro Santa Ana, donde nació la ciudad, o en el barrio Cuba. Una guajira desde Las Peñas, de la Boca del pozo, del barrio Astillero donde nació Barcelona…¡Y rico!