La deflagración se inició en la cocina del primer piso de esta casa. Una chispa lo habría provocado. Foto: EL COMERCIO
La séptima transversal de la Ciudadela Ibarra, en el sur de Quito, se parecía ayer, lunes 29 de octubre del 2018, a un campo de guerra. Había pedazos de vidrio sobre los adoquines, manchas de sangre, bloques rotos en la calzada. Los fierros retorcidos de los cubreventanas se mezclaban con electrodomésticos destrozados.
Zapatos, hojas de papel y repuestos de vehículos estaban esparcidos en la calle.
Los vecinos lucían ayer desconcertados y no reaccionaban. Atemorizados, cuentan sobre el fuerte estruendo que escucharon el domingo a las 22:00. Ese día, una persona murió y otras siete resultaron heridas tras la explosión por acumulación de gas licuado de petróleo (GLP) en un departamento ubicado en el primer piso de una casa esquinera, en el sector de la Martha Bucaram.
Christian Rivera, técnico de riesgos de la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad del Municipio, informó que ocho viviendas resultaron afectadas. Ayer, la zona fue cercada por seguridad.
Decenas de personas se aglomeraron para observar lo que ocurría. María Cajas lloraba mientras sus allegados la consolaban y abrazaban. Se tomaba el rostro al ver que su propiedad estaba destruida.
“Fue una deflagración. Es decir, se acumuló el GLP, alguien encendió o apagó la luz y se produjo la explosión”, manifestó Rivera. Luego se confirmó el nombre de la víctima mortal: Rommel Villacrés Montaño, de 63 años.
No es el único caso que se ha reportado este año. El 17 de octubre la explosión de un tanque de gas ocurrida en el barrio San Juan de Turubamba, en el sur, causó ocho heridos.
El Cuerpo de Bomberos de Quito (CBQ) registra 23 explosiones por fuga de gas GLP desde enero hasta octubre del 2018. En el mismo período del 2017 fueron 29. Asimismo, en los primeros 10 meses de este año hubo 649 fugas de gas licuado de petróleo. El año pasado se reportaron 807.
Ayer por la mañana, las escenas eran de dolor. Los familiares acudieron allí para recoger las pertenencias de la víctima, quien era propietario de un local que comercializaba repuestos usados de vehículos y rentaba un departamento en el primer piso de la vivienda destruida. “Estábamos en la casa, escuchamos el estruendo y venimos a ver lo que ocurrió. Lo encontramos herido, todavía consciente”, contó Marcelo Montaño, pariente del fallecido. Luego lo trasladaron al Hospital Eugenio Espejo, pero las heridas fueron tan graves que murió.
Los allegados realizaban los trámites para el velatorio. Lo recordaron como una persona muy trabajadora, tranquila y alegre. No tenía hijos.
La vivienda en donde se produjo la explosión estaba destruida casi en su totalidad. Los Bomberos apuntalaron con vigas el piso de la segunda planta porque las columnas estaban destrozadas y había peligro de que se derrumbe.
Los siete heridos, que viven en las casas aledañas al sitio donde se produjo la emergencia, sufrieron quemaduras de primer y segundo grado. También afectaciones de las vías respiratorias porque aspiraron gas caliente. La mascota de Rommel Villacrés estaba asustada a causa de la explosión. La
Secretaría de Seguridad dijo que la trasladarán a un centro de apoyo canino.
Luis Huiracocha es dueño de la casa ubicada frente a la que explotó. “Nos dejó paralizados. Estaba con mi familia, alistándonos para ir a dormir”. Su hija, de 34 años, resultó herida y está hospitalizada. Recibió el golpe del cubre ventanas en la cabeza. Estará bajo observación durante 72 horas.
Él y sus familiares estaban preocupados porque las ventanas de los tres pisos explotaron. Teme que, en horas de la noche, desconocidos ingresen a su casa porque no tiene seguridades. Pide que, por lo menos, le reconozcan los daños en su inmueble. Todo está destruido, televisores, refrigeradoras, hasta una tubería.
Alina Noroña es propietaria de la vivienda en donde Villacrés arrendaba. La noche del domingo ella sintió que todo se fue al piso; luego trató de salir de allí junto a sus familiares.
“Cerré la válvula del gas y bajé. Luego vi la inmensidad de la situación”, contó luego de que tomara a su nieto para sacarlo de allí. En ese lugar se encontraban siete personas, ninguna resultó afectada. Poco a poco salieron del inmueble en medio de la destrucción. La onda expansiva dañó hasta los tubos del pasamanos y las protecciones de las ventanas.
Noroña lloraba de la angustia porque se destruyó la propiedad que levantó en 40 años de trabajo. “Se me fue, piedra con piedra la hicimos con mi esposo”, se lamentó.
Para Rivera, esta es la emergencia más grave que se ha registrado en Quito durante el 2018 en lo que se refiere a explosión por acumulación de gas licuado de petróleo (GLP). La razón: hubo un fallecido y la onda expansiva afectó a dos cuadras a la redonda.
Para evitar emergencias como la de ayer, Rivera y el Cuerpo de Bomberos de Quito recomendaron a la gente que se dé mantenimiento a las mangueras y conexiones de los cilindros de gas en las cocinas.
Pablo Correa, teniente de los Bomberos, informó que el Centro de Operaciones de Emergencia del Municipio (COE) se encargó de evaluar los daños estructurales en la casa. La Unidad de Investigación de Incendios del CBQ acudió para determinar el origen y causa de la explosión.
El domingo, 20 casacas rojas intervinieron con ocho unidades contra incendios. Al llegar, encontraron el departamento en escombros, pedazos de pared mezclados con electrodomésticos y otros enseres. La onda expansiva acabó con paredes y columnas. Las autoridades analizan la posibilidad de ordenar el derrocamiento de la casa de Noroña.