Encarnación Duchi es asambleístas por las filas de Pachakutik. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
El articular una propuesta para recuperar el sistema de protección a la niñez no es el primer reto para Encarnación Duchi, quien ocupa la presidencia de la Comisión Ocasional de la Asamblea Nacional encargada del tema.
Cuando era una niña, tuvo que sortear carencias como ir a recoger agua del río para el consumo de su familia y tener que estudiar con la luz de mecheros o velas en el sector de la Capilla de Chorocopte, su pueblo natal, en la provincia de Cañar.
Su profesión es abogada, una carrera que se decidió a estudiar cuando su padre, Antonio José Duchi, como líder comunitario, no tenía a nadie que le asesore en cuestiones de leyes para pedir la dotación de servicios básicos para el pueblo.
Ahora, a sus 42 años, sentada en una de las curules de la Asamblea, Encarnación Duchi dibuja en su rostro una sonrisa, pues dice haber alcanzado más de lo que soñó a temprana edad.
“Les tapé la boca a muchos”, agrega y suelta una carcajada, al recordar que la mayoría de dirigentes en su provincia daban por hecho que ella tenía “ninguna posibilidad” de convertirse en legisladora por las filas de Pachakutik.
Para Duchi sus raíces son motivo de orgullo, por eso al Pleno de la Asamblea nunca va con una ropa distinta a la que caracteriza a los cañaris, con sus blusas bordadas de colores vistosos y polleras (faldas) de color negro.
Tampoco se separa, ni en actos oficiales, de su sombrero blanco de lana de oveja, de forma redondeada y pintado con cal. De sus collares de mullos ni de sus aretes de plata, que le dan buena suerte, según dice.
Solo prescinde de uno llamado “tupo“, que no es otra cosa que un broche compuesto por un objeto puntiagudo que se coloca en el pecho y puede ser usado también como un arma, en caso de ataque. “Creo que aquí no lo necesito”, dice.
Chorocopte está situado cerca a Azogues (Cañar), a unas siete horas vía terrestre desde Quito, proviene de dos vocablos quichua: Churu o Churoqu, que significa cáscara, y Copte que quiere decir fréjol. Es decir, “Cáscara de Fréjol”.
Si bien la falta de servicios básicos ya es un problema superado, Encarnación Duchi cree que será de mucha ayuda no solo para su lugar de origen sino para todo el país recuperar el sistema de protección a la niñez en el país.
Además de ser abogada, con especialidad en derecho administrativo, cuenta con una licenciatura en planificación educativa. Durante sus primeros dos años de gestión como asambleísta también formó parte de la Comisión Aampetra y la mesa de Justicia.
Cree que las reformas legales por sí solas no son una solución a los problemas. En el caso del problema del machismo, de la que ella se considera una víctima, sostiene que la responsabilidad está en cómo educan las madres a sus hijos.
Encarnación Duchi tiene dos hijos de 19 y 16 años de edad. A ellos siempre les recuerda que no hay roles específicos para hombres y mujeres. No quiere que, al menos en ellos, se repita el caso que tuvo que afrontar al interior de su organización política.