La universidad ecuatoriana tiene la palabra. La Senplades elaboró un proyecto de Ley de Educación Superior que ha sido calificado como polémico.
En primer término se impone en el país una reforma a la estructura de la educación superior. Existen 70 universidades y 400 000 alumnos, el sistema es anacrónico y la calidad, deficiente. Solamente dos universidades latinoamericanas constan en los ‘rankings’ internacionales (la Autónoma de México y la Universidad Estatal de Sao Paulo), es imperioso un vuelco que apunte hacia una universidad de calidad.
Si el destino de un país está íntimamente ligado al rumbo que se diseñe en la universidad, el desarrollo científico técnico y la excelencia académica son factores en los que el Ecuador debe, como prioridad, emplearse a fondo para formar profesionales calificados que asuman los retos del presente y el futuro: alta competitividad, conocimiento de bases sólidas, sabiduría cultural profunda y espíritu emprendedor.
Preocupa que se busque un control político de la universidad desde el Estado, que se limite la libertad de cátedra y se pierda su autonomía y pensamiento propio y se minimice el aporte de las familias pagando la educación privada para que los dineros públicos atiendan a la universidad estatal, ayuna de recursos y adelantos académicos y pedagógicos.
Pese a que desde la visión oficialista el debate nacional ya se planteó, hace falta una acción más decidida y concertada de todas las universidades ecuatorianas, planteando foros y debates, produciendo reflexiones y documentos que se divulguen ampliamente y que lleguen a los legisladores con pensamiento fecundo y plural sobre los contenidos de reforma tan fundamental. La universidad tiene la palabra.