La exclusiva calle Serrano de Madrid está partida. Las boutiques de Adolfo Domínguez, Yves Saint Laurent y Roberto Verino se llenan de polvo. Madrileños y turistas esquivan baches, saltan zanjas, cruzan puentes tambaleantes, fruncen el ceño…
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El Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan E) invertirá en obra pública 33 000 millones de euros, en 2009. Muchos ecuatorianos trabajan en estas obras.
Trabajar a destajo es una práctica común entre los ecuatorianos. Cobran por metro cuadrado y trabajan largas jornadas. Aunque las horas extras están prohibidas en determinadas construcciones, el secreto a voces es que muchos laboran 12 horas o más.
En España hay 4 137 500 de desempleados (no se cuenta a los inmigrantes sin documentación). La tasa actual de desempleo es de 17,92%
En el último trimestre de 2009, el desempleo creció en 145 400 personas entre los españoles y disminuyó en 18 700 entre los extranjeros. La tasa de los inmigrantes es de 28%.Mientras, en la calzada decenas de inmigrantes, sobre todo ecuatorianos, le plantan cara al sol con pico y pala en mano. En el verano madrileño, los 40 grados de temperatura no son una novedad y los carteles de “Cerrado por vacaciones” son la constante en los negocios. Son muy pocos los madrileños que no escapan del seco calor de su ciudad y en las muchas obras de construcción de la ciudad hay pocos o ningún español.
“En mi cuadrilla todos somos ecuatorianos”, dice el quiteño Iván Reyes, que trabaja en la edificación de tres parqueaderos subterráneos (para 3 000 plazas) en la calle Serrano. De aproximadamente un centenar de personas en la obra, 85 son extranjeros y 15 nacionales.
“Aunque haya crisis, el español no trabaja en la construcción. Le parece muy duro, prefiere acogerse al paro (prestación de desempleo)”, asegura Reyes. Con tres hijos en edad escolar y una esposa reagrupada, sin permiso para laborar, este ecuatoriano de 37 años debe aprovechar cualquier oferta de empleo. “La necesidad hace que estemos aquí, soportando tanto calor y ganando lo poco que nos pagan”, subraya.
Por la mitad del sueldo
2 500 euros percibía hace un año el connacional Rommel Morales por trabajar en pleno verano. Ahora recibe por las mismas horas, 1 200 euros. “¿Qué puedo hacer? ¿Negarme a trabajar si tengo que pagar alquiler, comida, colegio de mis hijos?”, pregunta este quiteño con 11 años viviendo en España. “Prefiero esto a no hacer nada por mantener a mi familia”, remata.
Esa es la realidad de miles de compatriotas que trabajan bajo intensas temperaturas, en largas jornadas y con pagas de explotación, so pretexto de la crisis. “Esto tiene que ver con la vulnerabilidad”, dice una fuente del Centro de Estudios del sindicato Comisiones Obreras, que pide no difundir su identidad.
Para el experto, el español tiene un largo recorrido de aportaciones a la seguridad social y le conviene acogerse al “paro”. Mientras que la familia del inmigrante tiene empleos vulnerables y sin trabajo no se renuevan los documentos. “Entonces, aceptan empleos en condiciones muy difíciles…”, concluye el sindicalista.
Los españoles están de vacaciones
“He trabajado todo el verano, hay que agradecer que hay trabajo”, dice el riobambeño Fernando Orbea, de 31 años, mientras rehabilita la fachada de un edificio en Puerta de Toledo, en el centro de Madrid. Para él, la prominente presencia de inmigrantes en ‘la obra’ también se debe a que sus compañeros españoles están de vacaciones. “Ellos no perdonan un verano, si no pueden ir a la playa, van al pueblo (donde viven padres o abuelos)”, subraya el compatriota.