El Taita Inti (Padre Sol en kichwa) brilla intensamente. Los techos de teja y la serpenteante vía asfaltada que conduce al barrio San Juan de la parroquia Chibuleo en Ambato (Tungurahua), se bañan de luz.
Temprano, en la casa de Juan Lligalo, el Yachak, quien es el curandero del pueblo, comenzaron los preparativos para las fiestas del Inti Raymi (Fiesta del Sol).Él propiciará la ceremonia de agradecimiento al Sol y a la Tierra. Es un reconocimiento por la buena cosecha. El acto será hoy, a las 11:00, en el Pucará.“Yachak fue mi bisabuelo y a mí me correspondió continuar esta tradición”, dice Juan, de 67 años, mientras saca de un ropero de madera el traje que usará durante la celebración. Se viste con camisa y un pantalón blancos. Su esposa Juana Maliza, le ayuda.Ella coloca en la cabeza de su esposo una corona donde sobresale la figura del Sol y un cintillo de tela que tiene los colores del arco iris. A los lados cuelgan dos grandes medallas de plata que cubren sus orejas. También hay imágenes de las montañas y el cielo.En el cuello lleva un collar elaborado con monedas de plata y un medallón de oro. En el cinto se ajusta una fajilla (pedazo de tela) rosada y en la mano sujeta una lanza de chonta. “Esto alejará a los malos espíritus durante el ritual”. Lligalo refiere que a su bisabuelo, Paulino Sisa, lo partió un rayo en dos y luego otro lo revivió. Esto contaron los amigos que le acompañaban en el viaje. “Todo pasó en los páramos de Urbina, mientras transportaban una carga de lana hacia Riobamba”. Desde entonces, Paulino fue considerado el consejero y curandero del pueblo. “Yo heredé su sabiduría”, asegura con voz fuerte.Su casa es de teja, madera y ladrillo. El patio central es de tierra y está cercado por una pared de bloque pintado de blanco. El alboroto de las gallinas y los perros, no desconcentran a Lligalo.Camina despacio. En el patio clava su lanza y dibuja un círculo. Rota en su propio eje y señala los cuatro puntos cardinales. Luego cierra los ojos y alza sus brazos. Pareciera que Juan entró en trance. Se queda por unos minutos en silencio y continúa. El Yachak en su preparación bendice las ofrendas que llevará hoy hasta Pucará, donde se realizara la ceremonia. En el círculo coloca maíz y agua. Se arrodilla, besa la tierra y agradece. En un cuarto estrecho de su casa, donde se huele a hierbas medicinales, Juan tiene su consultorio de sanación. La pared lateral está cubierta por un tapete donde cuelgan las imágenes de Nuestra Señora de Las Lajas, El Señor de la Justicia y la virgen del Rosario de Agua Santa. En un banco hay botellas de aguardiente y colonias. Agarra un cuchillo de chonta. “Con esto corto a los malos espíritus. Curo el mal de ojo, mal aire”, explica convencido.Dice que el Inti Raymi se celebraba desde antes de la llegada de los españoles. “Nuestros ancestros sabían que cuando aparecía el arco iris en verano es porque llegaba el invierno. Y cuando aparecía el arco iris en invierno es que se aproximaba el verano”.Con la conquista los ancestros fueron impedidos de realizar este ritual. “Poco a poco hemos ido recuperando nuestras tradiciones. Somos hijos del Sol”, dice.