En Bolívar, Carchi, la ampliación de la vía de dos a cuatro carriles quedó inconclusa, en el sector de Cúnquer. Foto: Francisco Espinoza para EL COMERCIO
Más de un vehículo ha sufrido un percance al circular por la vía Panamericana, en el sector de Cúnquer, cantón Bolívar, en Carchi.
Ahí, se levantaron 10 montículos de tierra, similares a los reductores de velocidad, para evitar la polvareda que produce el paso rápido de los automotores.
“Se ha vuelto insoportable vivir al filo de la carretera”, se lamenta Gladys Paspuezán, quien ha visto que los trabajos de ampliación -de dos a cuatro carriles- están paralizados desde hace cuatro meses.
Los ‘reductores’ se colocaron el fin de semana pasado tras una protesta de los comuneros. En ese tramo, de 2,2 km, donde quedó levantado el asfalto, habitan 150 familias.
Sin embargo, la medida sorprendió incluso a los conductores de las cooperativas de transporte interprovincial de pasajeros.
Antonio Cevallos, gerente de Pullman Carchi, recuerda que varios viajeros resultaron golpeados cuando un autobús de esta empresa saltó sorpresivamente ante uno de estos obstáculos. “Lo más grave es que no existen señales de advertencia”.
El Ministerio de Transporte y Obras Públicas informó, mediante un comunicado de prensa, que la próxima semana concluirían los trabajos de bacheo y ubicación de los reductores de velocidad.
Pero este no es el único problema que deben sortear los conductores que circulan por esta arteria estatal que atraviesa por la Sierra norte.
Otro inconveniente es que gran parte del trazado aún conserva dos carriles, uno de ida y otro de retorno. “Eso se torna peligroso al rebasar”, asegura Jaime Bastidas, presidente de la Asociación de Transporte Pesado del Carchi. Para él, los tramos más sensibles están entre los cantones Bolívar y Tulcán, donde están los declives de la vía y las curvas más pronunciadas. “Ahí casi siempre hay accidentes graves”.
El problema se extiende a las provincias de Imbabura y Pichincha. Según Nelson López, director pedagógico de la Escuela de Conducción de la Universidad Técnica del Norte, de Ibarra (UTN), hay falencias en la señalética vertical y horizontal a lo largo de la carretera.
“Es necesario efectuar un estudio técnico, porque hay un sinnúmero de señales de tránsito que pueden crear confusión en los conductores”.
En la vía hay indicaciones de límites de velocidad que permiten circular a 90 kilómetros por hora. Pero sorpresivamente aparecen otros letreros que indican que el tránsito es a 50 y 30 kilómetros.
Explica que en la curva de Bellavista, antes de llegar a la parroquia de San Antonio de Ibarra, en el ingreso sur a la capital de Imbabura, hay una señal que permite viajar a 50 km por hora, cuando un automotor va a 70 km.
También advierte que hay semáforos y señales de tránsito que son obstáculos en la libre circulación. “Esto sucede más en Imbabura”.
Mientras tanto, entre Otavalo y Cajas faltan concluir obras complementarias. Aunque la vía se amplió de dos a cuatro carriles, faltan detalles como iluminación y señalización en el parterre central.
Es por ello que más de una vez han ocurrido choques cuando un vehículo se detiene sorpresivamente en esta vía de circulación rápida, para realizar un giro inesperado.
Mientras tanto, en el tramo Cajas-Calderón, en el norte de Pichincha, hay señales de tránsito que permiten circular a los vehículos livianos hasta 100 km por hora.
Para Francisco Loza, subgerente de la empresa de transporte de pasajeros Andina, uno de los sectores por donde hay que viajar con mayor precaución está entre Cajas y Tabacundo, en Pichincha.
“Ese ramal aún no ha sido ampliado. Además faltan señales de tránsito”.
En este trayecto uno de los puntos más complicados está en Tupigachi, que tiene curvas muy cerradas. Eso sorprende a los conductores de vehículos que no conocen bien la ruta.
“En el tramo entre Ibarra y Quito hemos identificado tres sitios con curvas pronunciadas. Incluso se han registrado accidentes de tránsito. Una de ellas está a pocos kilómetros de la Estación del Peaje de Cochasquí, explica López.
La Panamericana, de Quito a Rumichaca, se ha convertido en una de las más transitadas. La razón es el atractivo comercial del sur de Colombia. Se calcula que por el puente de Rumichaca cruzan cada fin de semana 15 000 vehículos.