La temporada lluviosa en el Litoral ecuatoriano es irregular. Mientras que en Santo Domingo de los Tsáchilas llueve con abundancia, en Guayas se alcanza con dificultad los niveles usuales para esta época y en Manabí, el agua escasea.
La tierra luce resquebrajada. Las plantas de maíz apenas tienen entre 25 y 45 centímetros de altura, en el sitio Quimís (Jipijapa), sureste de Manabí.
Agricultores como Alejandro Reyes saben que no pueden recuperar sus maizales, porque ya se secaron. Allí, no llueve desde mediados de enero. Ayer, la temperatura sobrepasó los 30 grados centígrados. Reyesy su familia sembraron 14 hectáreas. “Nuestro producto ancestral es el maíz. En el 2013, la situación estuvo muy buena: cosechamos más de 1 000 quintales. Ahora parece que ni los santos se apiadan de nosotros, ni para los gastos tenemos”.
En el valle de Quimís, las parcelas lucen amarillentas y desérticas. Las plantas sucumbieron hace tres semanas.
Según Xavier Valencia, del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), en Manabí se siembra de 80 000 a 100 000 hectáreas de maíz por año. Las pocas lluvias de enero a marzo no salvaron a agricultores de Jipijapa, 24 de Mayo, Paján, Portoviejo, Rocafuerte, Tosagua, Junín y Chone.
¿Por qué no llueve con normalidad en la provincia? Hernán Parreño, del Instituto de Meteorología e Hidrología, dice que llueve, pero no dentro de los rangos normales. Por ejemplo, en Portoviejo, el promedio debería ser de 99 milímetros en enero. Apenas cayeron 36,5. En febrero debía llover 143 y solo se registraron 86 y hasta el 20 de marzo solo llovió 3,5 mm. Los déficits van entre el 40 y el 98% en el centro manabita.
La falta de lluvias en la provincia se debería, según el técnico, a una bifurcación en la Zona de Convergencia Intertropical, en donde se juntan vientos alisios (suaves) de los hemisferios norte y sur. En vez de tener un ramal único, este sistema se ha dividido y ha dejado un vacío precisamente en la zona central del Litoral, donde está Manabí. Esa es la causa.
Los agricultores de Rocafuerte están entre los más afectados. Según Renán Alcívar, del valle del Guarango, han perdido más de 3 000 hectáreas de maíz. “Nuestra alternativa son las albarradas, para acopiar agua” de los sistemas de riego.
En el Guarango, el 90% de los sembradíos de maíz está en mediana y alta pendiente. Para Alcívar, allí solo se podría regar por bombeo, pero es costoso.
Aunque vuelva la lluvia, el maíz ya no crecerá. Se pasmó. De los 6 000 agricultores en Rocafuerte, el 90% se acogió al seguro. Perderán un 15% de lo invertido. Sembrar una hectárea de maíz costó USD 1 200, indica Alcívar.
En el cantón Junín, Roque Mendoza cosechó cinco hectáreas una semana antes. “Hubo lloviznas esporádicas. El maíz creció, espigó y lo arrancamos antes que el sol lo secara. No salió bueno, pero al menos no perdimos”. Según el Magap de Manabí, hay 5 300 hectáreas de maíz afectadas. Hasta el 20 de marzo se han perdido 2 500 y la cifra podría subir.
En el sector arrocero del Guayas, en Daule, no hay afectados aún por la poca cantidad de lluvias y las altas temperaturas. En el recinto San Gabriel, por ejemplo, Nelson Vera, dice que no ha tenido contratiempos.
Allí, al igual que en el Guanchichal, donde a mediados de enero se rompió una alcantarilla y se destrozó un camino de tierra, cuentan con el riego del Plan América. Julio Álvarez dice que el invierno ha sido favorable, porque tienen riego.
Según Parreño, para que llueva en el Litoral hacen falta humedad y efectos de calentamiento. Estas condiciones no han sido permanentes sino ocasionales en Guayas. En Balzar, las lluvias son escasas en relación con el 2013, pero aún hay perspectivas de buena cosecha
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