El rock, el hip-hop y el reggae tienen sus tribus urbanas en Ibarra, la capital imbabureña, en el norte de Ecuador.
Nadie sabe cuándo el rock aterrizó en la Ciudad Blanca. Lo único que es cierto es que cayó en tierra fértil. Hoy existe, al menos, una docena de bandas, asegura Xavier Andrade, conductor del programa radial Clásicos Vivos, que se transmite por radio Vocú, de Ibarra.
Una de ellas es Sangre Combativa. Su líder Roberto López, de 37 años, explica que el apelativo de la agrupación representa al rock popular, que lleva un mensaje de paz, respeto y ecología.
Sangre Combativa está en escena desde el 2010. Sus tres integrantes admiran a Iron Maiden, el grupo británico de heavy metal. Pero también hay otros conjuntos amantes de la música fuerte como Calaverium, de Atuntaqui; Serpiente, de Cotacachi; y Black Death, de Natabuela…
Los apasionados por el rock, que se distinguen por sus ropas negras y algunos por su cabellera larga, ahora están formando un colectivo, que por ahora se denomina Movimiento Rockero Imbabura. Ellos se reúnen para reivindicar este género musical que ha levantado polvareda. Una demanda de este sector es la falta de espacios para mostrar su arte.
Otra iniciativa para impulsar el movimiento es promovida por el colectivo Caja Ronca. Santiago Frerez, quien luce barba y cabello largo, explica que organizan conciertos anualmente para inyectar su pasión en las nuevas generaciones. En septiembre próximo está prevista la cuarta edición del Underfest, un festival de música independiente de rock metal.
Hip hop en quichua
Otra comunidad que crece es el hip-hop. Sus devotos como Álvaro Loyo, de 23 años, se distinguen por lucir ropa en tallas grandes. En Imbabura se estima que hay alrededor de 40 conjuntos. Quizá uno de los más singulares es Nin-Katary, de Otavalo, quienes interpretan sus letras en kichwa.
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López, mejor conocido como MC Nano, tiene 14 tatuajes en su cuerpo. Mide 1,57 metros y asegura que su sobrenombre es un juego de palabras que hace referencia al maestro de ceremonias (MC) y su estatura (Nano). Él integra un grupo que aún no tiene nombre, pero que ya han grabado 40 canciones.
La denominada cultura hip-hop tiene cuatro elementos: el DJ, el graffiti, el break dance y el MC. Loyo explica que la ideología de los “hip hoperos” es subir a escena los problemas sociales que afectan al país como la mendicidad, la drogadicción y alcoholismo, entre otras.
Una de sus canciones, por ejemplo, se llama Migración. El vocalista recuerda que la escribió cuando sus tres hermanos viajaron por trabajo a España. Sus dos compañeros del grupo, Bryan Ipiales y Guillermo Rivadeneira, cuentan que la música los unió.
Pero no solo la comunidad hip-hop habita en la urbe ibarreña. También el reggae tiene sus discípulos. Jah Army es una de las bandas ibarreñas que le apuestan a este género. El nombre de la agrupación significa Ejército de Dios, comenta Mario Troya, uno de los 11 integrantes. “Nos bautizamos así, en honor al Ser Supremo”.
El eco de las congas, panderetas, guitarristas eléctricas, batería, saxofones, trombón inundan la casa de Troya todos los sábados durante los ensayos. Una de las huecas de los amantes del reggae es el centro de convenciones Siglo XXI, ubicado en el centro de Ibarra.
Entre esta comunidad se resalta el cabello largo, peinado en finas trenzas que rememora el estilo de su máximo referente: Bob Marley.
El 22 de marzo del 2014, Jah Army rindió homenaje al desaparecido cantante jamaiquino. Hasta el momento esta banda de reggae tiene cuatro temas propios.
Según el sociólogo Jorge Torres, las agrupaciones urbanas se vinculan tomando en cuenta los gustos y formas de pensar comunes. “Se han polarizado encuentros que han permitido que los jóvenes convivan y se enriquezca su espacio urbano“.
Sea como sea, las nuevas tendencias enriquecen el ya diverso escenario urbano imbabureño.