Los esmeraldeños aprovechan las tardes o cuando la marea está alta para pescar desde el puente que une la población de Tachina con Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Cae la tarde y el agua empieza a subir por la marea. Sobre el puente de 434 metros luz que une la población de Tachina con Esmeraldas, norte de Ecuador, unos 70 pescadores aficionados están a un costado del viaducto con su nylon de hasta 200 metros.
Han llegado con ropas de trabajo y hasta corbatas. Son funcionarios públicos que después de la jornada laboral sacan su caña de pescar para atrapar, desde el puente, una gran corvina o un pámpano.
Desde hace cuatro años cuando entró en funcionamiento el puente sobre el estuario del río Esmeraldas, decenas de esmeraldeños acuden a pescar con la marea alta.
Dicen que es mejor porque los peces llegan hambrientos a comer en los recodos del manglar, donde se reproducen camarones y otras especies bioacuáticas.
Pero no solo son funcionarios o empleados del sector público. También lo hacen quienes habitan el centro de la ciudad, como Carlos Noboa. Él pesca desde hace dos años con cinco amigos más.
El viaducto cruza el afluente que desemboca en el Océano Pacífico. Ahí está ubicada la reserva del sistema manglar, refugio de vida silvestre del estuario del río Esmeraldas, que comprende 242 hectáreas.
Según la Subsecretaría de Recursos Pesqueros, esta es el área donde desovan especies bioacuáticas como corvina, tranca palos, bagres, gualajos, sábalos entre otros.
Para pescar, unos utilizan camarón vivo con el que atrapan corvinas. Francisco Arroyo es uno de los que pescó una corvina de 15 libras. “Siempre vengo porque nos permite distraernos y se disfruta de la brisa marina desde el puente”.
Para pescadores como Arroyo, es complicado conseguir camarón vivo todos los días, sin embargo, utiliza señuelos con los que también atrapan otras especies, como bagres y tranca palos.
Pablo Montenegro, propietario de una de las ferreterías ubicadas en la vía que conduce al sistema de puentes, dice que la venta de señuelos y nylon ha aumentado, aunque no en gran medida.
Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Eso se debería a la cantidad de personas que ahora acuden a pescar desde el puente, a unos 40 metros de altura, desde donde lanzan sus anzuelos.
Para armar el llamado volantín (línea de nylon para pescar) se necesitan señuelos, que puede ser un pescado, camarón o calamar de material plástico. La inversión es de apenas USD 5. Hay quienes tienes hasta cuatro volantines para pescar.
La alegría entre los pescadores aficionados es tal, que cada pez atrapado es coreado. Durante este tiempo han logrado estrechar lazos de amistad, a tal punto que piensan en organizar una asociación de amigos pescadores desde el puente.
La captura de estas especies se da en la temporada de verano, cuando el agua está clara. Desde el puente se observa el verdor del agua de mar que baña la reserva y hasta los peces cuando intentan comer la carnada.
Además, el hilero que se forma cuando se unen el agua dulce que baja y el agua salada que entra. Los turistas que pasan por ahí hacen un alto para mirar la pesca. A cinco minutos del sitio está el Aeropuerto Carlos Concha Torres.
La especies más capturadas en invierno es el tranca palo, corvina y bagres. Marcos Ramírez ha atrapado corvinas de hasta 15 libras. Los pescadores tienen un problema: cuando se los sube, por la altura del puente, puede perderse la pesca. Eso ha pasado en varias ocasiones.
Se estima que en la semana acuden a pescar unas 500 personas, quienes se exponen al tráfico, ya que el puente de cuatro carriles es utilizado por vehículos pesados que salen y entrar al Puerto Comercial de Esmeraldas.
El exasambleísta Lenin Chica, quien regularmente acude a observar las faenas de pescas, cree que debería construirse una especie de balcón en la parte baja del puente, para que los esmeraldeños puedan seguir haciendo esta actividad, aprovechando las bondades del río Esmeraldas, y no correr peligro.
Toda la pesca está destinada para consumo familiar, pues hay personas que acuden con sus familias para disfrutar de pescar desde el puente sobre el estuario del río Esmeraldas.