‘Navidad es tiempo de conocer a Dios, por eso nos reunimos en famlia’
En nuestra familia recordamos la Navidad como el día que Dios envió a su hijo amado, Jesucristo, como el mayor acto de amor. Lo entregó por nosotros, por la humanidad. Él vino a tomar nuestro lugar como hombre pecador.
La palabra Navidad viene del latín Nativitatem, que significa nacimiento. De la misma raíz viene la palabra ‘natividad’, que es natalicio. De manera concreta, Navidad se utiliza para denominar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en Belén.
Los estudios teológicos nos enseñan que la fecha exacta del nacimiento de Cristo es desconocida. No obstante, en la tradición romana se hizo coincidir la Navidad con la fiesta del Sol Invictus, celebrada el 25 de diciembre.
A pesar de no conocer la fecha exacta en que Jesús nació, el registro bíblico, en Mateo, Lucas, Isaías, y otros libros de la Biblia, nos muestra que el bebé que nació aquella noche en Belén fue único en la historia. Jesús es la encarnación del Dios Eterno y Todopoderoso en la Tierra. Él es Dios, el Creador del Universo que se revela a los hombres para que lo conozcan.
La Navidad es un tiempo para conocer a Dios. Para algunos esta es una fiesta religiosa, para otros es una fiesta espiritual. Para otros es el tiempo de hacer dinero. Lo cierto es que muchos no saben cuál es el regalo que Jesús nos vino a dar: vida, salvación y liberación.
Por su amor y por todo lo que hizo por la humanidad, nosotros en Navidad nos reunimos en familia. Juntos tenemos una cena y damos gracias a Dios. También es importante en esta fecha compartir esto con otras personas porque
aquellas experiencias, sentimientos y valores muchas veces quedan relegados en el resto del año.
Patricia Pazmiño, equipo pastoral iglesia evangélica.
‘En esta época podemos darnos el regalo de conocernos’
Una de las ventajas de la época navideña es que podemos poner de lado nuestras diferencias y reconciliarnos con
otros y con nosotros mismos. Justo esta semana una paciente me contaba que hace unos meses surgió un problema
con algunos de sus parientes y en estos días tuvieron una reunión familiar en las que iban a estar todos. Allí pudieron
conversar y solventar sus diferencias.
Lo primero y fundamental para reconciliarse con uno mismo y con los demás es darse la oportunidad de conocernos. Y
entender que el cuidado personal, tanto del cuerpo como de las emociones, es lo más importante. Para ello, debemos cuidar nuestra mente.
Cada uno debe encontrar su propio camino. Cada persona es completamente diferente a otra, pero lo que sí tenemos en común es que los seres humanos somos cuerpo, alma y espíritu y tenemos que alimentar y cuidar a cada uno de ellos.
Podemos darnos el regalo de conocernos a nosotros mismos, puede ser con terapia, con yoga o con lo que más nos guste. Creo que esa es la meta más importante, más que el trabajo, las fiestas o cualquier otra cosa. A veces no nos damos cuenta de la importancia de nuestra la salud emocional y la hemos olvidado.
Debemos conocer cómo está nuestro cuerpo, qué nos dice nuestra mente (que es el alma) y cómo estamos espiritualmente. No estoy hablando de religión, que son dogmas y reglas, sino de nuestro interior. Esto requiere de tiempo y dedicación.
A veces nuestra mente nos miente y nos creemos esas mentiras, pero cuando estás en tu espíritu empiezas a reconocer a tu mente y a tu cuerpo. Y empiezas a ser el conductor de tu vida, no te dejas llevar de tus emociones.
Lucía Vásconez. Redactora (I)
‘Honramos a los que se fueron reuniéndonos con quienes estamos’
Lo espero diciembre ni la Navidad para vivir la espiritualidad, las enseñanzas y las normas de Dios. Hace varios
años, en un momento de crisis matrimonial, cuando lo estaba perdiendo todo, volqué mis ojos al Señor.
Mi vida era vacía. Por la habilidad que me ha dado Jesús para cantar le devolvía ese talento los domingos en las misas, y el resto de la semana vivía sin más. Pero como dicen los abuelos, Dios consiente, pero no para siempre.
Ese fue un cambio donde puse en la balanza lo trascendental de la vida o el engaño. Un encuentro con Jesús lo cambia todo. Él nació y murió por mí, para sacarme del pecado. Como dijo un amigo, bendito pecado que me acercó a Dios.
No limito la Navidad a un pesebre, sino que la dimensiono a vivir en Cristo en la oración, en la reflexión y la solidaridad todo el tiempo. Pero que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha, como dice la frase. En familia y con los amigos nos reunimos regularmente, nos animamos, aprendemos la palabra y la verdadera razón de esta celebración. La oportunidad que nos da la Navidad es saber que vino el Salvador, no para quedarse en el pesebre, sino a morir por nosotros.
El nacimiento del Niño Jesús trae esperanza para todos, nos da esa fuerza para caminar hacia Él y vivir un nuevo presente.
Hemos perdido muchas cosas en la pandemia, pero nos fortalecemos con su amor infinito. El Niño Viajero es una hermosa tradición. Ojalá no se quede en una procesión vacía o vivirla fríamente, sino que vaya de la mano con el fortalecernos con esa instrucción que nos dice Papá Dios. Llenarnos de amor, solidaridad y caridad, pero no por
obligación sino como fruto de mi relación con Jesús.
Xavier Crespo. Comunicador y músico cuencano
‘La reconciliación y el perdón son valores cruciales para el éxito’
Desde hace cuatro años soy creyente. Por esa relación cercana con nuestro Padre Dios, el perdón y la reconciliación
son parte de la misericordia de mi Señor. Son valores cruciales para el éxito de mi matrimonio, trabajo, familia
y la sociedad.
Todos los días busco el perdón del Señor a través de la oración por las cosas malas que puede haber causado. La última vez que lo hice fue el fin de semana con mi esposa, porque sentí que la ofendí de palabra.
Además, siempre me disculpo o pido perdón a mis hijos, cuando siento que los he ofendido. Muchos padres no lo hacen porque creen que se están poniendo por debajo de sus hijos. Pero los niños aprenden mucho de eso.
No debemos esperar la Navidad para perdonar o pedir perdón.
Pero al ser una época de encuentro con las personas que uno ama y estima, también aprovechamos para reconciliarnos y restablecer los vínculos que se rompieron.
Es bonito reunirnos con ese amigo o familiar que no habíamos visto por mucho tiempo por algún malentendido, con el hermano que se alejó, con el hijo que reprendimos, en fin, incluir a las personas que estaban alejadas.
Hay que buscar ese perdón siempre porque somos humanos, ofendemos y lastimamos, incluyendo a nuestros seres queridos. La oración del Padre nuestro dice “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Hay veces que falta alguien, que no quiere asistir porque está enojado. Es el momento para buscarlo y hacer que asista a la reunión. La Navidad es la oportunidad para hacer lo que debemos practicar siempre: el perdón y la reconciliación.
Lineida Castillo. Redactora (I)
Pablo Álvarez. Flores Consultor empresarial
Más noticias relacionadas
Visita nuestros portales: