Sebastián Chavarro, del minimarket El Abuelo, recibe productos de sus proveedores. Foto: María Victoria Espinosa / EL COMERCIO
Los sectores comercial, al por mayor y menor, así como la reparación de autos y bicicletas fueron los que más crecieron durante los dos últimos meses de la emergencia sanitaria.
Según datos de la Superintendencia de Compañías, en ese tiempo se registraron 281 nuevos negocios en el país. De ese grupo, 89 establecimientos se ubicaron en ese segmento. La mayoría se concentró en las provincias más pobladas como Pichincha, Guayas y Manabí. También ocurrió en Azuay, El Oro y Santo Domingo.
En este último cantón, las tiendas repletas de productos de primera necesidad son un nuevo nicho de mercado. Decenas de emprendedores adecuaron y crearon estos locales.
Propietarios de bares y discotecas, hoteleros, entre otros, instalaron minimarkets en sus casas o en los locales de sus anteriores negocios.
Según el Municipio de Santo Domingo, al menos 30 nuevas patentes para registrar tiendas o comerciales de abastos se tramitaron en mayo.
El minimarket El Abuelo, ubicado en la avenida Chone, es uno de ellos. Henry Chavarro es su propietario. Él recuerda que en enero de este año instaló una licorería y su hermano Sebastián Chavarro, un karaoke. A mediados de marzo cerraron por la pandemia.
Chavarro afirmó que en medio de la crisis debió reinventarse e instaló una tienda grande en la licorería. Junto a su hermano hacen compras en el mercado mayorista, las desinfectan y las venden en la tienda o a domicilio. Se promocionan por redes sociales y abastecen a los conjuntos residenciales.
Han invertido alrededor de USD 5 000, que obtuvieron de crédito bancario. “Este se ha convertido en el sustento de mi hogar”, dice Chavarro.
En el anillo vial se instaló también el minimarket Primavera, que tiene estantes y pasillos para que el cliente seleccione el producto que desea y luego lo cancele en una caja.
Patricio Barahona es el propietario de ese negocio. Él afirmó que vivía en China, pero tras los primeros casos de covid-19 en ese país, decidió retornar a Santo Domingo. Con el dinero que reunió en el país asiático instaló el minimarket.
El Shopping Center Arpi es un negocio que se abrió durante la cuarentena en Cuenca. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
La urgencia por obtener ingresos motivó a la creación de estos emprendimientos e incluso a dar un nuevo giro a los negocios ya constituidos. Así lo explicó Jackson Torres, viceministro de Producción.
“Se crearon muchos nuevos negocios de acuerdo a la necesidad. Se crearon empresas y otras que abrieron una nota más a su RUC para crear, por ejemplo, mascarillas y otros insumos médicos”.
Eso sucedió, por ejemplo, en Cuenca (Azuay). Juan Arpi, de 43 años, vino de EE.UU., tenía previsto abrirse un centro estético antes de la pandemia. Pero el 13 de marzo, dos días después de que se decretara la emergencia en el país, abrió el supermercado Shopping Center en la avenida 10 de Agosto, en el norte de la ciudad.
En el local trabajan más de 10 personas. Antes de ingresar los clientes desinfectan sus manos y la ropa con alcohol, como parte de las medidas de bioseguridad. La inversión de los Arpi supera los USD 100 000 entre mercadería, frigoríficos y estanterías.
Según la administradora, Jennifer Arpi, optaron por un minimarket porque los alimentos son productos de primera necesidad y es un negocio que se mueve. “Cuando hay catástrofes la gente prioriza la alimentación”.
Empezaron con pocos productos y han ampliado y diversificado las ofertas. También ofrecen el servicio de entrega de alimentos a domicilio. En las próximas semanas implementarán una sección de papelería y bazar.
Santiago Sánchez, de 44 años, es otro emprendedor de Cuenca que reemplazó las consultorías por Las Golosinas del Santi, para aprovechar la habilidad de su esposa y de su madre. En su tienda ofrece tamales, tortas, galletas de avena, trufas y otros dulces.
En Ambato, Carlos Pinto y su familia emprendieron en la comercialización y distribución de pulpas de frutas en la ciudad y a escala nacional. Crearon On Distributions, que se inició con 40 empaques de pulpa. Actualmente sobrepasa de los 200 paquetes por mes.
Pinto también tiene distribuidores en Quito y próximamente en la Amazonía. Contó que antes de la crisis por el covid-19 se dedicaba a su empresa de imágenes y sonidos para espectáculos y eventos corporativos. Él ofertaba el servicio de amplificación de audio, música y montaje de orquestas para pequeños y grandes hoteles de varias ciudades.
Ahora, el reto para estos nuevos emprendedores, explica el viceministro Torres, es capacitarse para mejorar su servicio de la mano de las ventajas que ofrece la tecnología. “Hay que seguir buscando nichos de mercado y generar movimiento a través de páginas web”.
Solo del 4 al 14 de mayo, añadió, se vendieron cerca de USD 425 millones en mercadería a través de Internet. “Necesitamos hacer una alfabetización digital para nuevos emprendimientos”.
En eso coincide el economista Wilson Guevara, quien afirmó que los emprendimientos que sobrevivirán a la crisis económica serán los que se alíen de los avances tecnológicos para ofrecer métodos de pago eficientes y buscar nuevos proveedores que minimicen costos de los productos.
“El emprendedor que aspira regresar a la cotidianidad de antes está destinado al fracaso. Debemos reinventarnos”, comentó Guevara.
Desde el Estado también se busca brindar un apoyo, principalmente a los pequeños emprendedores. Para eso, Torres cuenta que está activo el Registro Único Artesanal (RUA) para acceder a varios beneficios.
La primera ventaja es constar en una base de datos para acceder a planes de financiamiento de Ban Ecuador. “Con créditos enfocados a estos pequeños desarrollos. También hay descuentos para sacar nuevos registros sanitarios”.