A Quito y la Sierra les fue bien, pero no a la Costa por la Alóag

Los trabajadores y técnicos de la Prefectura de Pichincha y la empresa Hidalgo & Hidalgo trabajaron este 5 de abril en la estabilización del talud del km 28 de la Alóag. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO

Los trabajadores y técnicos de la Prefectura de Pichincha y la empresa Hidalgo & Hidalgo trabajaron este 5 de abril en la estabilización del talud del km 28 de la Alóag. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO

Los trabajadores y técnicos de la Prefectura de Pichincha y la empresa Hidalgo & Hidalgo trabajaron este 5 de abril en la estabilización del talud del km 28 de la Alóag. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO

Esmeraldas, Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas fueron las damnificadas de este feriado de Semana Santa por el cierre de la vía Alóag.

La falta de esta arteria, que conecta Quito con la Costa ecuatoriana, ocasionó una disminución en la visita de turistas a esas provincias.

En cambio, Quito y la Sierra centro fueron las más visitadas.

Imbabura sirvió de paso para los viajeros de Quito que se dirigieron a Ipiales (Colombia), en la frontera norte.

Para evitar más pérdidas por la falta de la Alóag, el prefecto de Pichincha, Gustavo Baroja, anunció este 5 de abril que la carretera será abierta a la circulación desde el jueves 9 de abril, pero de manera controlada. Es decir, que solo funcionará en la mañana y tarde, de 06:00 a 18:00.

Baroja estuvo este 5 de abril en el km 28, donde se efectúan los trabajos de estabilización. La vía está cerrada desde el 19 de marzo, cuando en ese sitio se produjeron los deslizamientos que dejaron 11 personas fallecidas.

“Lo que queremos es la garantía total y la seguridad del usuario que utiliza permanentemente la vía para movilizarse de la Sierra a la Costa y viceversa”, señaló Baroja.

Al término de los tres días de descanso, a Atacames llegaron
20 000 turistas de los 35 000 que se preveían, según cálculos de la Cámara de Turismo.

Los turistas de Colombia dieron un respiro, pues llegaron en grupos familiares y fueron más que los ecuatorianos. Por las playas se observaron a colombianos de los departamentos de Nariño, Putumayo y Tolima, que aprovecharon las buenas condiciones de la vía Ibarra- San Lorenzo para acceder a Esmeraldas.

La representante del gremio de la Cámara de Turismo, Sara Moyano, señaló que hay reportes de pérdidas económicas, aunque mínimas, pero que inciden en los presupuestos.

A Santo Domingo de los Tsáchilas tampoco le fue bien. Por ejemplo, la fiesta del Kasama (Nuevo amanecer) de la nacionalidad Tsáchila, el principal atractivo, tuvo 5 000 visitantes en los tres días. Se espera el doble. Lizardo Suárez, presidente de la Cámara de Turismo, dijo que este año se dio algo inusual, porque no llegaron muchos turistas locales. Hubo visitantes de Colombia, Brasil y España.

En Manabí también se reportó una disminución de viajeros. Esta semana se hará el balance.

Igualmente, Santa Elena no registró una gran afluencia, como sí hubo en Carnaval. Según el sector turístico, el clima frío, los recientes oleajes y daños en las vías que conectan con la Sierra se habrían combinado para una reducción de los visitantes.

En Salinas, según la Cámara de Turismo, los visitantes coparon el 75% de las 8 000 plazas de alojamiento. En el cantón Santa Elena, los 90 sitios de alojamiento no se llenaron completamente. La Cámara de Turismo calculó una ocupación del 70%, una reducción frente al 90% de Carnaval.

Una situación parecida se vivió en Imbabura, en la Sierra Norte. José Naranjo, coordinador encargado de la zona 1 del Ministerio de Turismo, que incluye a las provincias de Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Sucumbíos, confirmó que hubo un intenso movimiento de viajeros en el puente de Rumichaca, que enlaza a los dos países. Este 6 de abril se darán cifras.

Los empresarios turísticos de la Sierra norte lamentaron que pocos turistas nacionales se quedaran en la región.

Luis Carlos Ruiz, presidente de los hoteleros de Imbabura, aseguró que la mayoría de viajeros, especialmente de Quito –los principales clientes de Imbabura- fue al sur de Colombia. Al parecer, la mayoría aprovechó para hacer el denominado turismo de compras.

Debido a la devaluación de la moneda colombiana
(2 500 pesos se cambiaban ayer por USD 1), los precios de los electrodomésticos y vestimenta en el vecino país se volvieron atractivos para el ecuatoriano.

Las ciudades de Ibarra, Otavalo, Cotacachi y Atuntaqui permanecieron desoladas.

Un panorama distinto se observó en Quito y la Sierra Centro. En la capital ecuatoriana, por ejemplo, las iglesias del Centro Histórico y los balnearios fueron los sitios de mayor concurrencia de los turistas locales, nacionales y extranjeros. El viernes y la noche del sábado, pese a la lluvia, tuvo muchos visitantes.

En la Sierra Centro, las calles de Riobamba estuvieron llenas de turistas, que llegaron por el rodeo de ganado, el turismo comunitario y el tren.

El gremio turístico informó que cerca del 85% de la oferta hotelera de la urbe se ocupó en los 436 hoteles, restaurantes y también bares.

En Chimborazo, los recorridos en el tren a la Nariz del Diablo estuvieron agotados.

Los centros de turismo comunitario en Chunchi, Alausí y las parroquias rurales de Riobamba tuvieron un movimiento intenso. “Para nosotros, abril es temporada alta. Todo el año recibimos, por lo general, a extranjeros, pero en esta ocasión hubo más visitantes ecuatorianos”, contó Trinidad Tayupanda, una de las seis guías nativas de la comunidad Palacio Real, asentada en las faldas del nevado Chimborazo.

En parte se debió al cierre de la vía Alóag–Santo Domingo y al clima invernal. Por ejemplo, Graciela Álvaro y su familia llegaron de Quito. “Elegimos visitar Chimborazo porque estábamos cansados de la rutina, por lo general viajamos a la playa, pero con los inconvenientes en la carretera y las lluvias nos desanimamos”.

En Baños de Agua Santa, otro de los destinos con más afluencia en Tungurahua, ocurrió algo similar. La ciudad fue visitada desde el jueves por viajeros de Pichincha y Guayas. “Nos benefició el cierre de la vía a la Costa, porque la gente se desencantó de la playa y se quedó en la Sierra”, contó Carlos Gamboa, operador turístico.

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