Ni los bosques protectores de Azuay preservados por la riqueza hídrica y la biodiversidad en flora y fauna se salvaron de los conatos de incendios forestales durante este verano.
No han registrado daños mayores porque fueron detectados y controlados a tiempo.
En Azuay se han registrado 25 conatos al interior de las reservas Aguarongo, Collay y Mazán. Solo el Parque Nacional Cajas (PNC), administrado por la Corporación Municipal PNC, y Mazán disponen de un plan de contingencia que se activa en verano para estos casos.
En el resto solo hay guardabosques que están en alerta.
En Gualaceo, donde están ubicados Aguarongo y una parte de Collay, solo cuenta con seis guardaparques que están preparados en control de incendios forestales. Ellos cuidan 17 000 hectáreas de ambos bosques.
Según Wilson Once, director de la Unidad de Manejo Ambiental del Municipio, en este verano han atendido 10 conatos que fueron controlados antes de convertirse en incendios incontrolables.
El personal hace recorridos de vigilancia forestal en motocicletas, por las zonas accesibles de Aguarongo y Collay. En caso de incendios, solicitan apoyo del Cuerpo de Bomberos.
Estas áreas protegidas son importantes fuentes hídricas y de biodiversidad.
Para Once, hasta con la más pequeña quema se produce un perjuicio a la naturaleza porque se destruye el hogar de la flora y la fauna. “Para recuperar un área quemada se necesitan 25 años”.
En Gualaceo, entre junio y septiembre se han registrados más de 30 incendios.
Once explicó que por la incidencia de quemas en este cantón, fuera de las áreas protegidas, se arma un plan de contingencia que estará listo en diciembre.
Para Fernando Figueroa, director del Sistema de Seguridad ECU-911, por las importantes reservas que tiene la provincia, la dificultad de acceder y la incidencia es necesario contar con un helicóptero para las emergencias.
Según Juan Pablo Martínez, técnico de la Corporación PNC, el Parque Nacional Cajas tiene 60 técnicos, guardaparques y guardabosques preparados como bomberos.
Ellos vigilan y recorren esta reserva y la vecina zona de recreación Quimsacocha,
En verano contratan a seis personas del sector para vigilancia. Están en las zonas altas con radios transmisores, para alertar si hay quemas.
En el Cajas y en Mazán no hubo quemas forestales, solo 10 conatos, según el ECU-911 de la capital azuaya.
Además, hay el reporte de más de 30 incendios entre agosto y este mes en las zonas de amortiguamiento como Sústag, Can-can y Gal-gal, Chaucha y Molleturo, donde no hay vigilancia.
Aparte de esas reservas, el Sistema de Seguridad atendió más de 1 000 incendios forestales en Azuay.
Por eso, esta provincia fue incluida en la declaratoria de alerta naranja que emitió el Gobierno. La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos dotó con batefuegos, mochilas hidratantes y rastrillos a ocho de los 15 cantones.
Punto de vista
Esteban Torrachi / Ambiente
‘La pérdida ambiental resulta incalculable ’
En Azuay se han quemado más de 1 000 hectáreas de vegetación en este verano.
No se puede establecer la cantidad de fauna perdida, pero es fácil analizar que al ser áreas de chaparro y páramo se afectó a reptiles, mamíferos y aves.
No son áreas protegidas, pero poseen copiosa vegetación con remanentes de bosque en las laderas y pendientes pronunciadas.
La corriente del viento acelera la destrucción y extiende el fuego a la parte más alta.
El 99% de esos casos es provocado, para extender la frontera agrícola y pastizales.
Los campesinos deben hacer conciencia del grave perjuicio que generan a la naturaleza y al paisaje.
Las juntas parroquiales deben involucrarse más en los controles para identificar y sancionar a los infractores.