Los agricultores de siete cantones construyen los reservorios por la escasez de lluvias.
Desde hace dos semanas, el temporal en los cantones de la franja costera y del centro de Manabí es casi seco.
Los maizales y los cultivos de pimiento, cebolla perla, entre otros, están por pasmarse en del valle del río Portoviejo, por la falta de riego. Ocurre en las zonas altas, comenta el agricultor Mauro Zambrano.
Ante lo que sería una aparente retirada de la estación lluviosa, los agricultores de Rocafuerte, Junín, Tosagua, Jipijapa, Chone, Paján y la zona alta de Portoviejo construyen albarradas (estanques a cielo abierto para acopiar agua). Al momento hay 46 reservorios.
“Tengo cuatro hectáreas de maíz sembradas en el sitio El Cerecito, del cantón Rocafuerte (centro de Manabí); las hojas del maizal empiezan a perder el verdor por la escasez de agua“, dice el campesino.
Él confiaba que las lluvias serían moderadas y todo apuntaba a que el invierno podría ser cosechero, “pero de pronto el cielo parece haberse cerrado y no cae ni una gota de agua”.
Como solución, Zambrano y 10 agricultores de El Cerecito construyen una albarrada sobre una loma. Acopian hasta 20 000 metros cúbicos de agua. Llega de un canal de riego del sistema Portoviejo-Poza Honda, a 2 kilómetros de distancia. Ese reservorio está a 15 metros de altura, lo cual facilita el traslado del agua por gravedad para regar 15 hectáreas de maíz, pimiento, papaya y verduras.
Lúber Valencia tiene 12 hectáreas de maíz y las riega por goteo. Su sembradío está al filo de la vía Rocafuerte-Manta-Crucita. “La forma segura de preservar la inversión en semillas, pago de jornales y químicos es garantizarse el suministro de agua a través de la construcción de la albarrada”.
¿Cómo se construye una albarrada? Cuando se ha escogido el sitio se alquila un pailoder (maquinaria). Un obrero excava la tierra hasta llegar a profundidades de entre los dos y cinco metros. Todo depende de la decisión del propietario.
Posteriormente se acondicionan las paredes con la tierra que salió de la excavación y se coloca una lámina de geomembrana plástica. Esta impide que el agua filtre y se pierda. El costo de la albarrada de 3 metros de profundidad por 25 de largo y 12,5 de ancho es de USD 1 500.
El funcionamiento de la albarrada se complementa con dos bombas. Una de succión, con la cual se extrae el agua, y otra de impulsión para llevarla hacia las parcelas.
También, ciertos agricultores han incursionado en el sistema de riego por goteo para optimizar el uso del agua. “La albarrada es nuestra salvación; con la geomembrana el agua ya no se filtra ni se evapora. Se puede sembrar en verano y cuando se presenta un invierno intermitente como el de este año, explica Valencia.
En el valle de El Guarango, en la vía Rocafuerte-Tosagua, se han construido 15 albarradas. El 99% es por iniciativa e inversión de la comunidad.
Renán Alcívar ha participado en la construcción de 14 de las 15. “Una albarrada con capacidad para 30 000 m3 fue financiada por el Municipio de Rocafuerte y sirve a 1 200 agricultores; aquí estamos impulsando el proyecto -Sembrando agua- para tratar de beneficiar a 25 000 agricultores”.
En Jipijapa, Paján, Puerto López y Olmedo, en el sur de la provincia, también se abastecen de las albarradas.
La Secretaría Nacional del Agua construyó el año pasado albarradas en Guayas y Manabí, aunque no se sabe cuántas son. El proyecto cuenta con la ayuda de la Cooperación Española a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el objetivo es rescatar aspectos culturales, como esta técnica ancestral de construcción en las zonas secas del Litoral.
Las cisternas son otra forma de guardar agua. Los pequeños agricultores las construyen al filo de la carretera. Ese es el caso de José Mora en El Guarango. “No tengo dinero para traer agua del canal de riego, que está a 15 kilómetros de distancia y por eso compro tanqueros. El líquido fluye por gravedad a mis dos hectáreas de zapallo, maíz y pimiento”.
En contexto. La temporada lluviosa no es normal en la provincia manabita y perjudica al sector agrícola, porque no tiene agua para el desarrollo de sus cultivos de ciclo corto. Frente a ese problema construyen las albarradas para recoger el agua de las precipitaciones o de canales.