Hillary Clinton y Donald Trump durante el segundo debate. Foto: AFP
La campaña de Donald Trump sufrió ayer un demoledor golpe cuando un importante líder del Partido Republicano sugirió que la victoria de Hillary Clinton es inevitable en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.
Trump y Clinton retomaron sus campañas, pero la marcha del magnate pasó a tambalear de forma evidente por la falta de apoyo partidario, al tiempo que un sondeo mostró a la ex secretaria de Estado con una ventaja de dos dígitos.
Ayer, en una teleconferencia con legisladores, el influyente presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paúl Ryan, dejó entrever que el liderazgo del partido ya considera un hecho consumado la victoria de Clinton. Ryan “dijo que dedicará toda su energía para evitar que Clinton reciba un cheque en blanco con un Congreso de mayoría demócrata”, comentó una fuente que participó de la teleconferencia.
Un sondeo del diario Wall Street Journal apuntó que Clinton amplió su ventaja sobre Trump a 11 puntos porcentuales (46% a 35%). El diario destacó que el sondeo se había realizado antes del áspero debate protagonizado por ambos en la noche del domingo.
Apenas cuatro semanas de los comicios, los candidatos viajaron a estados clave para la elección: Trump se dirigió a Pensilvania y Clinton inició una gira por Michigan y Ohio para cortejar a los votantes.
Nuevo golpe al magnate
La teleconferencia de Ryan con legisladores dejó definitivamente a Trump contra las cuerdas. Ryan es el político republicano con el más alto cargo electivo en la actualidad y por lo tanto un dirigente con enorme influencia.
En su conversación con legisladores, Ryan adelantó que no defenderá ni hará campaña por Trump, y llegó a sugerir a sus interlocutores que da luz verde para que también marquen distancia de la candidatura del polémico millonario.
La posición asumida por Ryan no es exactamente una sorpresa, pero de igual forma constituye un golpe devastador al ya tambaleante apoyo del partido a Trump.
Este cuadro, que deja al candidato prácticamente aislado de las filas republicanas, se aceleró rápidamente después del escándalo que estalló el viernes, cuando se divulgó un video con declaraciones de Trump del 2005. En una conversación -grabada sin su conocimiento- el magnate se jactaba de utilizar su condición de celebridad para abusar sexualmemente de mujeres que se cruzaban en su camino.
En el debate del domingo, Trump reiteró su pedido de disculpas pero dijo que se trataba apenas de “conversación de vestuario” y además retrucó que el expresidente Bill Clinton, el marido de Hillary, era “abusivo con mujeres” y que por lo tanto era “mucho peor”. Trump llegó a invitar al debate a cuatro mujeres que desde hace años acusan al expresidente Clinton por abusos sexuales, en un gesto que motivó una oleada de críticas.
Frases del millonario en el debate del domingo promovieron una nueva avalancha de protestas, en particular la idea de que, si resulta electo, Clinton terminaría “en la cárcel”. Robby Mook, uno de los responsables por la campaña de Clinton, dijo ayer que Trump “busca cambiar el curso de su campaña. Pero creo que él apenas se está hundiendo más con esos ataques”.
En la opinión de Mook, es “de dar miedo que Trump piense que la presidencia es como en una república bananera en que puedas mandar a prisión a tus adversarios políticos”.