Parece una avispa. Tiene un zumbido leve que confunde. Sin embargo, en la altura casi ni se lo percibe. Así es el dron o nave no tripulada que forma parte del equipo de vigilancia de la Policía Metropolitana de Quito.
La pequeña nave tiene un peso de 5 kilos y mide aproximadamente 60 centímetros. Tiene cuatro hélices y cuatro patas, en una de ellas se ubica una antena WiFi.
La particularidad del dron es que en la parte inferior tiene una cámara que puede girar a 360° y transmite imágenes en tiempo real. De esta forma, proveerá de visión a la Policía en situaciones de difícil acceso. También emite las coordenadas exactas del lugar, ya que cuenta con GPS. En efecto, fue esta característica la que le permitió “ayudar a rescatar al niño que fue sepultado en el reciente deslave de Atucucho”, explica el coronel Bolívar Tello.
Las imágenes se transmiten a uno de los monitores del vehículo de la Policía, que respalda con una antena al dron. De esta forma, los uniformados pueden mirar a la distancia y alertar vía radio a los demás equipos de emergencia para actuar.
Posteriormente, se enlazarán las imágenes con el servicio de emergencia ECU 911. “Así se logrará formar una red con las distintas instituciones para vigilar en eventos masivos, así como situaciones de incendio o deslaves”, asegura el oficial Tello.
Cuatro personas están a cargo del funcionamiento del dron de la Policía Metropolitana de Quito. Una traza la ruta de recorrido, otra vigila la base que emite la señal, uno transmite los datos vía radio y un último se encarga de monitorear desde el vehículo. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Una tablet permite su funcionamiento
Antes de emprender su vuelo, el dron debe conocer la ruta para sobrevolar. El perímetro se traza en una tablet. En la pantalla se muestra el mapa del lugar y con el lápiz se marca el espacio que deberá vigilar.
Desde una altura que no sobrepasa los 10 metros, la nave puede recorrer hasta tres kilómetros de distancia, o volar durante 20 minutos. Pensar que pueda desviarse o se pierda es casi imposible. Según el ingeniero policial Luis Catota, el dron regresa cuando registra que su batería está agotada o en caso de dejar de recibir la señal desde la base, que la emite vía modem.
La nave no tripulada es activada en espacios abiertos. Está compuesta por material apto para situaciones de guerra. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
También en eventos masivos
Aunque recién lo presentaron, el dron ya ha colaborado en la vigilancia de eventos masivos. Estuvo en el concierto de Metallica, la posesión del Alcalde y el reciente festejo en la Tribuna del Sur.
En este tipo de concentraciones, el dron no puede sobrevolar encima de los asistentes por cuestión de seguridad. En esos casos, solamente recorre el perímetro y emite las imágenes. “Se evita que esté sobre las personas, porque si cae puede herir, ya que su material es altamente resistente”, resalta el policía Catota.
Por esta recomendación, la nave se enciende solo a una distancia de 10 metros de las personas y despega cuando haya sido estabilizada.
Las imágenes que transmite el dron se visualizan en una gran pantalla, dentro de un vehículo equipado de la Policía Metropolitana. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Más drones, a futuro
En la segunda fase, las autoridades del Municipio de Quito tienen previsto instalar una cámara con visión nocturna y rayos infrarrojos. De esta forma, se podrá tener imágenes en la oscuridad.
Estima el Municipio que en la ciudad, se implementará un dron por cada administración zonal. De esta forma buscan tener una vigilancia integral.
Marta Vásquez visita frecuentemente el parque Metropolitano. Ella considera que el uso de este tipo de aviones ayudará a sentirse segura a la gente. Sin embargo, quisiera que próximamente se lo pueda usar para ubicar delincuentes. “Quizá así se pueda evitar que escapen los ladrones o sacapintas”.