César Ulloa Tapia
El discurso oficial parece que está agotado, pues durante los tres años de Gobierno no se ha podido innovar, superar y modificar.
Es decir, hay un déficit de creatividad, pese al bombardeo propagandístico y atosigante de todos los días.
En este sentido, se han convertido en lugares comunes y cansinos, los insultos y las burlas contra la prensa, la partidocracia, cierta banca y sectores que pueden ser, en algún momento, oposición o, simplemente, que sigan una línea contraria de pensamiento al de la administración.
Bajo este punto de vista, resulta risible que casi todos los que piensan de manera distinta al Gobierno sean, entre otras cosas, mediocres, salvajes, corruptos, devotos del neoliberalismo, que le hagan el juego a la derecha, que sean traidores del proyecto de la “revolución ciudadana”, etcétera.
El Gobierno no se percata que la estrategia del “ataque como defensa” también se agota, ya que la realidad es más contundente que la propaganda oficial.
Incluso, se llega a pensar que los ecuatorianos somos ingenuos y perdemos de vista las declaraciones de un funcionario del Gobierno que dio a entender que el cierre de un medio es comparable al de un burdel.
Algunos políticos confunden el apoyo popular con el abuso del verbo, como si los votos de las pasadas elecciones fuesen licencias para decir cualquier cosa y en cualquier momento.
Parece que la idea es publicitar una nueva forma de discurso político donde la agresión legitima cierto respaldo popular.
Error, no hay gobiernos eternos. Después de tres años de Gobierno habría que hacer pausas, repensar y modificar ciertas prácticas políticas si se trata de concretar un proyecto a largo plazo, caso contrario los índices de credibilidad, primero, y de aceptación, después, pueden seguir cayendo y no solo por los apagones, sino por los excesos, la exagerada confianza, los malos asesoramientos y los discípulos.