Un pequeño dato de la revista América Economía, en la edición de julio, menciona que la inversión extranjera en Colombia ha estado creciendo a pasos agigantados. Así desde 2002 el vecino del norte ha recibido USD 40 000 millones, muchos de los cuales han provenido de países como México. La forma de atraer esos capitales ha sido simple: reglas claras e incentivos teniendo en cuenta que a mayor inversión más plazas de empleo. Lo hecho por Colombia llama la atención, porque en ese territorio por más de 40 años ha existido un enfrentamiento bélico con fuerzas insurgentes que le ha costado muchas vidas e ingentes recursos económicos. Pese a ello las personas del mundo de los negocios han confiado en el potencial de ese país y han llevado sus inversiones a su interior.
Los resultados están a la vista: Colombia ha tenido importantes tasas de crecimiento en los últimos años y han podido mejorar sus índices económicos y sociales en forma notable. Hasta antes del advenimiento de la crisis el país cafetero pasaba por uno de sus mejores momentos y ha estado preparado para enfrentar los difíciles tiempos que nos ha tocado.
En el mismo período Ecuador ha captado USD4 559 millones de inversión foránea, lapso en el cual se destacan la importante inversión que se hizo para la construcción del oleoducto de crudos pesados, el desarrollo de los campos petroleros cuya producción debía ser evacuada por el flamante ducto y, en el último año, los recursos recibidos por la renegociación de los contratos con las empresas de telefonía móvil, que al parecer fueron registrados en su totalidad el año anterior. Lastimosamente en el primer semestre del año en curso la cifra de la inversión cae estrepitosamente.
El país del norte y otros de la región que han logrado enormes progresos siguen realizando esfuerzos por atraer capital, mientras el nuestro hace anuncios que desalientan.
Se insiste en aumentar la carga fiscal al sector formal de la economía, se anticipan futuros ajustes salariales que poco tienen que ver con el incremento de la producción y de la productividad, lo que conducirá a poner más trabas a la generación de nuevas plazas de trabajo y se mantiene un ritmo de gasto estatal que podría poner en riesgo la dolarización.
Si se pusiera freno a ese clima de hostilidad hacia la inversión, Ecuador estaría en capacidad de captar grandes recursos, pues se demuestra en el caso colombiano que los recursos fluyen hacia donde se crea un ambiente adecuado para la inversión. Los resultados están a la vista, pese a que en su interior no se ha derrotado en su totalidad a las fuerzas empeñadas en desestabilizar su economía.
A este paso Colombia ampliará la brecha existente entre las dos economías, con lo que a Ecuador cada vez le será más difícil competir, con el riesgo que aquello representa para nuestro aparato productivo.