Juan Carlos Naranjo vende, desde hace un año, ropa en el centro de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El mercado laboral continuó en franco deterioró el último año. El número de personas que tenía un empleo con un salario digno y afiliación a la seguridad social bajó. Esas personas pasaron al desempleo.
Luis llevaba un año trabajando para un distribuidor de leche. El hombre se encargaba de retirar el producto de las industrias lácteas y entregarlo en tiendas de la capital, pero fue despedido en septiembre. Estos días esperaba empezar la búsqueda de un nuevo puesto, pero no pudo debido al paro. Cree que con las manifestaciones el escenario en las empresas se complicó.
En el último año, 46 431 empleos adecuados se perdieron en el país, según el reporte del mercado laboral a septiembre, que fue publicado ayer 16 de octubre del 2019 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Mientras tanto, el desempleo fue en aumento. En el país, 406 871 personas se encuentran en esta condición; es decir, 74 053 más que hace un año.
Roberto Castillo, director del INEC, señaló que el indicador de desempleo, que se ubicó en septiembre en 4,9%, se ha mantenido estable en este año. Mientras tanto, añadió, el empleo adecuado ha subido si se mira solo los primeros nueve meses del 2019.
Pero Byron Villacís, exdirector del INEC, cree que la data de empleo comparada con septiembre del 2018 evidencian, más bien, que la economía está decreciendo, y que el comercio y el sector productivo están afectados, dejan de contratar personal o despiden.
Las ciudades con los peores indicadores son Quito y Ambato. La capital es una ciudad que vive en gran medida de la burocracia. El ajuste del gasto público ha supuesto una reducción en la masa salarial y, con ello, se ha frenado el motor que dinamizaba las actividades de servicios, explica Alberto Acosta Burneo, director de la publicación económica Análisis Semanal.
En Guayaquil y Cuenca los indicadores de empleo más bien mejoraron. El Puerto, que tiene un fuerte enfoque de comercio, es un gran dinamizador de mano de obra.
A lo largo de la avenida 9 de Octubre, en el centro de Guayaquil, se ofertan a pie artículos para celular y ropa. Juan Carlos Naranjo vende ropa femenina en la esquina de esta avenida. El comerciante cuenta que hace un año tenía un local en Durán, pero debido a la crisis tuvo que cerrarlo. “Ahora recorro todo Guayaquil de lunes a sábado y mensualmente gano en promedio USD 300”, dijo. Con esta cantidad sostiene a su hogar, conformado por cuatro personas.
Con su letrero de electricista, José Bravo busca trabajos eventuales en la calle. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Los sectores que más han desvinculado personal son los que están encadenados al sector público. “El jalón afecta a todos”, comenta Villacís.
De acuerdo con los datos oficiales, los sectores donde más empleos se perdieron fueron construcción, suministro de agua y electricidad, transporte, comunicaciones, sector público, alojamiento, restaurantes y manufactura.
La falta de recursos del Gobierno para la construcción de infraestructura pública incidió en la desvinculación laboral en el sector de la construcción, asegura Henry Yandún, vocero de Constructores Positivos.
La encuesta demuestra que antes del paro la situación ya era grave y las perspectivas son negativas, explica Villacís. A eso hay que sumarle una política económica opaca, que ni los empresarios saben adónde apunta, acota el experto, quien no ve perspectivas de mejora.
La informalidad tampoco se redujo el último año. Hasta septiembre pasado, 47 de cada 100 personas con empleo se encuentran en esta condición.
José Bravo es uno de ellos. El hombre de 66 años se sienta -con un grupo de gasfiteros, pintores y electricistas- en la esquina de Aguirre y Rumichaca, en el centro de Guayaquil, para buscar trabajo.
“Llevo 30 años en la informalidad, trabajé para cinco empresas, pero no me gustó, así que opté por volcarme a las calles y ser independiente”, dijo .
Bolívar Figueroa, quien es gasfitero, asegura que la edad y el nivel de escolaridad los perjudica. “Tengo 46 años y así quiera trabajar bajo relación de dependencia, las plazas laborales se destinan a la gente joven”, señaló.
El impacto del paro pasará factura al empleo. El último trimestre es donde más crece la demanda de mano de obra por Navidad y Fin de Año. Pero este año no se espera que suba tanto, dijo Acosta.