La autoridad de control electoral se muestra sin suficiente diligencia para evitar que el despliegue de la propaganda oficial y la publicidad gubernamental influyan en los contenidos de la campaña.
El sujeto político que es el Presidente de la República recurre a emplear en la campaña algo más que su garganta. Recorre el país en actos proselitistas que combina con acciones inherentes a su cargo. No desaprovecha la ocasión de dar entrevistas a medios de comunicación, que son amplificadas por distintas radios y en esas entrevistas argumenta por las tesis en pro de obtener el sí de los ciudadanos. Mientras el Consejo Nacional Electoral nada dice al respecto, escudriña con celo y minuciosidad a los que se pronuncian por el no.
Se ha llegado a la perspicacia de pedir explicaciones a una cadena internacional que transmite espec-táculos deportivos sobre un anuncio publicitario aparecido en un partido de fútbol internacional en el que participó un popular equipo ecuatoriano.
En ese anuncio, el conocido actor Carlos Michelena aparece en una de sus viñetas humorísticas a favor del no.
Mientras esa susceptibilidad por la publicidad por el no se evidencia tanto como la poco acuciosa actitud para controlar el despliegue oficial por el sí, el Presidente del Consejo Nacional Electoral pierde los papeles ante los cuestionamientos de los periodistas e incluso comenta sus deseos de echarlos a patadas de su oficina.
En un ambiente hostil contra el ejercicio periodístico y cuando se advierte que desde el poder político se intenta controlar los contenidos de los medios y se entablan juicios, una actitud como la descrita es un pésimo síntoma. Si la autoridad, obligada a preservar el equilibrio y la independencia, pierde los papeles se prenden las alarmas.