Todo mito esconde una historia. ‘El Principito’, uno de los libros más leídos (80 millones de ejemplares vendidos, más de 150 traducciones), no escapa a esta verdad.
Lo escribió el piloto francés Antoine de Saint-Exupéry hacia 1942, exiliado en Nueva York. Lejos de los aviones que le devolvían la libertad, trabajó en una historia sobre la sabiduría de los niños y la estupidez de los adultos.
El protagonista, aviador como Saint-Exupéry, se accidenta en el desierto del Sahara. Allí aparece un pequeño príncipe, habitante del planeta Asteroide B612, con el que comienza a conversar. De esos diálogos surge una peculiar mirada (“lo esencial es invisible a los ojos, no se ve más que con el corazón”), De SaintExupéry venció las resistencias que lo alejaban de los aviones y volvió a volar.
En 1944 al volar sobre los Alpes franceses y Grenoble perdió contacto con el avión de SaintExupéry. Debía regresar a las 12:35, pero nunca más se supo del avión ni del piloto.
Como el tripulante era conocido, se gestó una leyenda plagada de conjeturas: infarto, suicidio, choque entre aviones en el aire…
Habría que esperar hasta 1988 para descubrir la punta de la verdad. Un pescador de Marsella extrajo de entre sus redes una pulsera de plata. Los nombres grabados correspondían con los del escritor. Pero la familia no le cree.
Una empresa especializada en rescates submarinos tardó dos años en encontrar el avión cerca de la isla de Riou. Se descubre muy cerca del avión de Saint-Exupéry un motor alemán.
Contactan a un aristócrata alemán, Lino von Gartzen, especializado en historia de la Luftware. La consulta deriva en el nombre de un periodista jubilado de la televisión alemana ZDF, Horst Rippert, ex piloto que confiesa inmediatamente que él derribó el avión de SaintExupéry. Lo dice como alguien que se quita un peso de encima. Tenía 24 años y la mañana era luminosa cerca de Marsella, cuando divisó el Lockheed P-38 en el horizonte. Pensó: “Si no te apartas ahora, te acribillo”. Y no lo perdonó.
Rippert se enteró días más tarde de quién era el piloto que había derribado. Nunca se imaginó que la vida le jugaría semejante broma pesada. Él se había convertido en piloto leyendo las obras de Antoine de Saint-Exupéry. “Adorábamos sus libros. Era capaz de describir el cielo y el sentimiento de los pilotos como pocos”.
El curioso destino de Antoine de Saint-Exupéry y Horst Rippert ha sido registrado en dos libros: ‘La verdadera historia del El Principito’, de Alain Vircondelet; y ‘El último secreto’, de Jacques Pra- dell y Luc Vanrell Dos obras que exploran la mala suerte de un lector que acabó con la vida del hombre que lo hizo soñar en su infancia.