Santiago Estrella y Redacción
Corresponsal en Buenos Aires
La decisión del Gobierno ecuatoriano de cancelar el capital invertido y los gastos de asesoría de la firma argentina Enarsa, pese a que no cumplió su compromiso de inversión con Ecuador, sorprendió hasta a los expertos de ese país.
“No hemos visto el contrato, manejamos información periodística, pero siguiendo el sentido común: si se retira Enarsa, por qué le va a devolver si le está dando el negocio”, dice Daniel Montamat, del estudio de economía energética Montamat y Asociados.
En febrero de 2007, el Gobierno ecuatoriano escogió de manera directa y sin concurso a la compañía Enarsa como la socia del proyecto hidroeléctrico más importante del país.
Con una potencia de 1 500 megavatios, la obra es capaz de abastecer al 75% del país. El complejo tiene un costo, sin contar con gastos de financiamiento, de exactamente USD 1 979,7 millones.
De estos, Enarsa se comprometió a invertir el 30%, unos USD 594 millones. Pero la compañía anunció el 31 de agosto pasado que dejaba el proyecto y pidió la devolución de los recursos que gastó en el proyecto, cifras que no se han transparentado.
El ex asambleísta León Roldós cree que Ecuador fue engañado por una empresa que dijo desde el principio que no tenía recursos para invertir en el país.
“Siempre se habló de cooperación técnica, nunca se habló de recursos, el país fue engañado”, comenta Roldós, quien anunció que pedirá que la Fiscalía abra una investigación penal.
El tema de Coca-Codo “es una improvisación y hay que ser prudentes en los compromisos que se toman para cumplirlos”, dijo Atilio Guadagni, ex subsecretario de Energía de Argentina.
Días antes de conocer la decisión de Enarsa, este Diario consultó, en Argentina, sobre la seriedad de la empresa a Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete del ex presidente Néstor Kirchner y de la actual, Cristina Fernández.
“Es una empresa seria del Estado argentino y no tengo ninguna duda que sabrá cumplir con todos sus compromisos con el Estado ecuatoriano”, supo responder.
Pero en Argentina hay un dicho del interior: “la gallina no tiene agua para tomar, pero le invita al pato a bañarse”.
Argentina es un país al que se cuestiona su ineficacia político-energética y Enarsa, creada el 29 de diciembre de 2004, no ha sido una solución al problema.
“Los nostálgicos creían que recreaba a la antigua YPF, que se privatizó en los 90, y le dieron la bienvenida. Yo dije de entrada que fue una gran mascarada para tapar los problemas energéticos que estaba teniendo Argentina”, añade Montamat.
“Sí, la salida de Enarsa deja muy afectada la imagen internacional de Argentina”, según Guadagni.
Para Montamat, es también una “ingenuidad” del Estado ecuatoriano haber creído que Enarsa tenía la capacidad operativa y el dinero para cumplirlo porque ya se había señalado sus debilidades.