Un zambo y dos montuvios acogen a una compañía circense en la historia de ‘Guadual’, obra de circo-teatro. Foto: Cortesía TSA.
En el escenario principal del Teatro Sánchez Aguilar, en el sector de la vía a Samborondón, se ha instalado una pequeña ‘mancha’ de guadúa. Largas varas de caña, de hasta seis metros, reemplazan a los mástiles del circo, sujetos en la base a voluminosos fardos de paja.
Una docena de personajes interactúan con esos y otros elementos escénicos en ‘Guadual’, una pieza de circo-teatro que rinde homenaje al universo campesino de la Costa ecuatoriana. “Es un homenaje al mundo rural, al pueblo montuvio que es representado por artistas y acróbatas como parte de los personajes de la obra”, dice el argentino Leandro Mendoza, creador y director de ‘Guadual’.
La pieza, que el teatro estrenó como coproducción en el 2016, hizo parte de una gira por ciudades del país y llegó incluso a España, vuelve a casa esta noche en la primera edición del Festival de Circo de Guayaquil que se desarrollará hasta el próximo 4 de octubre en el teatro. Son cuatro espectáculos circenses, dos de ellos se presentarán en la sala principal, uno en una carpa instalada en la playa de parqueos y una cuarta obra en una tercera sala.
‘Guadual’ cuenta la historia de una compañía de circo que queda varada y sin recursos en el Guayas. La tropa se encuentra con Ceibo, Tilingo y Amorfino; “un zambo y dos montuvios de espíritu transparente y generoso”, que les dan un lugar provisorio para habitar al lado de un guadual.
La agrupación monta habitáculos para pasar unos días y reflexionar sobre cómo seguir adelante. “La historia se centra en esa relación entre los campesinos y la compañía, con los miembros del grupo aprendiendo de las tradiciones rurales y reinventándose a partir de esta relación con la naturaleza; y con los montuvios imbuidos en el mundo cosmopolita del circo, al punto de comenzar a practicar disciplinas circenses”, explica Mendoza.
Unos y otros construirán juntos con bloques de paja y caña las estructuras para que los artistas aéreos ensayen y monten un nuevo espectáculo.
Los integrantes fueron seleccionados en un ‘casting’ tras un taller que el argentino ofreció en el país. Fueron seleccionados artistas y acróbatas de ciudades como Guayaquil, Quito, Cuenca, Loja y Ambato. “Trajimos un constructor, Ulrich Wiegel. El resto del equipo es ecuatoriano, porque la idea es que fuera un proceso de aprendizaje profesionalizador”.
La bailarina y acróbata, Sofía Barriga, es parte del elenco. “Hay una emoción especial de trabajar con un elemento nativo, ancestral, que construye nuestra identidad”, dice.
El equipo visitó manchas de caña guadúa en Paján, en Manabí; y en la vía a Milagro, en Guayas. “Cuando te metes en un guadal real hay espinos, serpientes, cierta hostilidad, es un elemento que exige respeto, pero también te cobija y te da abrigo, te puede dar una casa”, agrega Barriga.
Y describe a un nido, una suerte de gran huevo de caña sobre tres varas, al que sube parte del elenco. Y un fuelle de caña, como un barco, que los artistas introducen al escenario y despliegan para hacer uso de los trapecios colgados a él.
Acrobacias aéreas y de suelo, cuerdas verticales, mástiles de bambú y torres humanas hacen parte del espectáculo. También montarán en escena un sistema de vigas recíprocas, con cañas que sostienen los movimientos de varios acróbatas al mismo tiempo.
El festival de circo tenía previsto iniciarse anoche con la primera función de ‘Cantina’, una producción ecuatoriano-chilena del grupo Círculo de Artes Escénicas, que combina circo con música en vivo.
‘Ciclos’, de la quiteña Verticálica, que se estrenará el 2 de octubre, parte de la danza vertical en una pieza multidisciplinaria que fusiona el lenguaje del clown, la cuerda floja, danza contemporánea, técnicas verticales y música.
El texto incluye fragmentos de ‘La insoportable levedad del ser’, novela de Milan Kundera. Mientras que Santa Madera, de la compañía francesa Cie. Mpta, cerrará la muestra y se inspira en los rituales indígenas de América del Sur.