Para Gabriela Wiener, escritora y periodista peruana, el indulto a Alberto Fujimori otorgado por el presidente de Perú Pero Pablo Kuczynski, obedece a razones políticas y constituye una traición a los ciudadanos del país. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
La escritora Gabriela Wiener tacha de “traición” la decisión del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), de indultar la pasada Navidad al exmandatario Alberto Fujimori (1990-2000) condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad y con causas aún pendientes.
En un artículo difundido hoy (10 de enero del 2018) por el servicio de firmas de la Agencia EFE, la poetisa y periodista acusa al gobernante de sucumbir a las exigencias de los fujimoristas para encubrir sus negocios con la trama corrupta de Odebrecht.
“Lo hace para librarse de la delicada situación en que lo ha colocado el destape de sus negocios con Odebrecht, la empresa constructora brasileña que ha corrompido a muchos gobiernos latinoamericanos“, escribe Wiener.
Según ella, “si hubiera que ponerle un título a la película que vivimos los peruanos desde que en la última Nochebuena Pedro Pablo Kuczynski (PPK) liberó a Alberto Fujimori, éste podría ser Amnesia, aunque algunos reclamarían el más melodramático La traición“.
La excarcelación presuntamente humanitaria forma parte de las “descaradas componendas políticas“, agrega la escritora al recordar que “lo primero que ha hecho Alberto Fujimori, después de posar en muy buena forma con sus hijos y dejar en evidencia que no ha salido de la cárcel para preparar su funeral, es ocupar una mansión en una de las zonas más exclusivas del distrito de La Molina, en Lima“.
“Tiene piscina y -puntualiza- está muy lejos de cualquier hospital. Son casi dos mil metros cuadrados alquilados por la friolera de USD 5 000 mensuales”.
En su opinión, “Perú ha dejado de ser referente en justicia internacional por haber juzgado a un jefe de Gobierno por crímenes de lesa humanidad para volver a formar parte de la lista negra de lugares donde reina la impunidad“.
Lamenta que fuese puesto en libertad quien estaba preso por “haber ordenado al grupo paramilitar Colina el asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta y el de 15 habitantes de una quinta en Barrios Altos, entre ellos un niño de 8 años”.
Y añade que “tenía también condenas por secuestrar periodistas y por utilizar fondos públicos para montar medios de comunicación amarillistas – la llamada “prensa chicha”- dedicados a destruir a sus adversarios”.
Wiener destaca que Fujimori también fue condenado por hacer desaparecer vídeos incriminatorios y “pagarle USD 15 millones a Montesinos por su silencio.
Sin embargo, subraya “cuando PPK lo indultó cumplía en una cárcel de lujo la sentencia de 25 años, de los que pasó solo 12 en prisión; y tenía juicios pendientes, como el asesinato de campesinos en Pativilca o las esterilizaciones forzadas a cientos de mujeres indígenas, casos abiertos que podrían archivarse para siempre”.
Wiener sostiene que Kuczynski ahora es sólo “un rehén del fujimorismo, cómplice y presidente-fantoche”.
Y un día antes de la tercera movilización en protesta por el indulto añade que “hay incredulidad, hartazgo y mucha indignación”.
Concluye que “las miles de peruanas y peruanos que ya salieron a las calles en el año 2000, exigiendo la caída del dictador y su corte, vuelven para advertir a este régimen de dos cabezas que no se lo van a poner fácil”.